viernes, 22 de mayo de 2009

LA COMUNICACIÓN ORGANIZACIONAL.

INSTITUTO NOCTURNO DE EDUCACION INTEGRAL INEI.
5o. PERITO CONTADOR.
CURSO: PSICOLOGÍA INDUSTRIAL-ORGANIZACIONAL.
CATEDRÁTICO: JORGE LUIS GARCIA C.
II BIMESTRE.
INSTRUCCIONES: Lee despacio el siguiente contenido y extrae de él al menos 30 preguntas con sus respectivas respuestas, tomar en cuenta que es individual y por ningun motivo deben presentar dos trabajos idénticos, al menos que posean telepatía, cosa que no creo.
AL FINAL DE LAS PREGUNTAS RESPONDE ESTA OTRA:
31.- ¿ por qué es importante la comunicación efectiva y recípoca dentro de la actividad laboral organizacional?
Entregarlo en hoja tamaño carta el día viernes 29 de mayo de 2009 únicamente con su carátula.
Ponderación: 20 Pts.
La Comunicación

El funcionamiento de las
sociedades humanas es posible gracias a la comunicación. Esta consiste en el intercambio de mensajes entre los individuos.
Desde un punto de vista técnico se entiende por
comunicación el hecho que un determinado mensaje originado en el punto A llegue a otro punto determinado B, distante del anterior en el espacio o en el tiempo. La comunicación implica la transmisión de una determinada información. La información como la comunicación supone un proceso; los elementos que aparecen en el mismo son:
· Código. El código es un
sistema de signos y reglas para combinarlos, que por un lado es arbitrario y por otra parte debe de estar organizado de antemano.
· El
proceso de comunicación que emplea ese código precisa de un canal para la transmisión de las señales. El Canal sería el medio físico a través del cual se transmite la comunicación.
Ej: El
aire en el caso de la voz y las ondas
Herzianas en el caso de
la televisión.
· En tercer lugar debemos considerar el Emisor. Es la
persona que se encarga de transmitir el mensaje. Esta persona elije y selecciona los signos que le convienen, es decir, realiza un proceso de codificación; codifica el mensaje.
· El Receptor será aquella
persona a quien va dirigida la comunicación; realiza un proceso inverso al del emisor, ya que descifra e interpreta los signos elegidos por el emisor; es decir, descodifica el mensaje.
· Naturalmente tiene que haber algo que comunicar, un contenido y un
proceso que con sus aspectos previos y sus consecuencias motive el Mensaje.
· Las circunstancias que rodean un hecho de
comunicación se denominan Contexto situacional (situación), es el contexto en que se transmite el mensaje y que contribuye a su significado.
Ej: Un semá
foro en medio de una playa no
Emite ningún mensaje porque le falta contexto.
La consideración del contexto situacional del mensaje es siempre necesario para su adecuada descodificación.
En el esquema clásico de Jakobson aparece el referente que es la base de toda
comunicación; aquello a lo que se refiere el mensaje; la realidad objetiva.
Todos estos elementos que forman el esquema de la
comunicación tienden a conseguir la eficacia de la información. Ésta se fundamenta en una relación inversa entre la extensión de la unidad de comunicación y la probabilidad de aparición en el discurso.
+ Extensión de la unidad comunicativa à -
Probabilidad de aparición.
- Extensión de la unidad comunicativa à +
Probabilidad de aparición.
Este principio general de la
teoría informativa se manifiesta en el hecho empíricamente demostrado o observado que las palabras o frases tienden a cortarse; tendemos siempre a una economía del lenguaje. Así un conferenciante que habla extensamente y nos va diciendo lo que ya sabemos lo tintamos de "rollo", ya que en este caso la relación no es inversa sino directa: mucha extensión, mucha probabilidad.
-
RUIDO Y REDUNDANCIA.
Se denomina
ruido a cualquier perturbación experimentada por la señal en el proceso de comunicación, es decir, a cualquier factor que le dificulte o le impida el afectar a cualquiera de sus elementos. Las distorsiones del sonido en la conversación, en radio, televisión o por teléfono son ruido, pero también es ruido la distorsión de la imagen de la televisión, la alteración de la escritura en un viaje, la afonía del hablante, la sordera del oyente, la ortografía defectuosa, la distracción del receptor, el alumno que no atiende aunque este en silencio...
Para evitar o paliar la inevitable presencia del
ruido en la comunicación es habitual introducir cierta proporción de redundancia en la codificación del mensaje.
La redundancia en el código del mensaje consiste en un desequilibrio entre el contenido informativo y la cantidad de distinciones requeridas para identificar.
+ Mensaje à - Información
La redundancia es la parte del mensaje que podría omitirse sin que se produzca pérdida de
información. Cualquier sistema de comunicación introduce algún grado de redundancia, para asegurar que no hay pérdida de información esencial, o sea para asegurar la perfecta recepción del mensaje.
Ej: Los niños altos.
Plural masculino
La redundancia libremente introducida por el emisor puede revestir las más diversas formas.
Ej. de redundancia: Elevar la voz, el subrayado, el uso de Mayúsculas,...

- LA SEMIÓTICA.
La
semiótica o semiología es la ciencia que trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas.
Saussure fue el primero que hablo de la semiología y la define como: "Una
ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social"; añade inmediatamente: "Ella nos enseñará en que consisten los signos y cuales son las leyes que lo gobiernan...".
El americano Peirce (considerado el creador de la
semiótica) concibe igualmente una teoría general de los signos que llama semiótica. Ambos nombres basados en el griego "Semenion" (significa signo) se emplean hoy como prácticamente sinónimos.
En la
semiótica se dan corrientes muy diversas y a veces muy dispares por lo que más que una ciencia puede considerarse un conjunto de aportaciones por la ausencia del signo y el análisis del funcionamiento de códigos completos.
De semiótica se ha ocupado entre otros, Prieto, Barthes, Umberto Eco,... A estos últimos se debe la aplicación del
concepto de signos a todos los hechos significativos de la sociedad humana.
Ej: La
moda, las costumbres, los espectáculos, los ritos y ceremonias,
los objetos de uso cotidiano,...
El
concepto de signo y sus implicaciones filosóficas, la naturaleza y clases de signos, el análisis de códigos completos... Son objetos de estudio de la semiótica o semiología.
Hoy la
investigación llamada la semiología, por quienes prefieren lo europeo o semiótica, por quienes prefieren lo americano, se centra en el estudio de la naturaleza de los sistemas autónomos de comunicación, y en el lugar de la misma semiología ocupa en el saber humano.
Saussure insiste en que la lingüística es una parte de la semiología, ya que esta abarca también el estudio de los
sistemas de signos no lingüísticos. Se cae a menudo en el error de considerar equivalentes lenguaje y semiología, y nada más alejado de la realidad; El lenguaje es semiología, pero no toda la semiología es lenguaje.
Si Saussure opina esto, ahora bien según Barthes no es en absoluto cierto que en la vida social de nuestro
tiempo existan, fuera del lenguaje humano, sistemas de signos de cierta amplitud. Objetos, imágenes, comportamientos, pueden en efecto significar pero nunca de un modo autónomo. Todo sistema semiológico tiene que ver con el lenguaje. Parece cada vez más difícil concebir un sistema de imágenes o objetos cuyos significados puedan existir fuera del lenguaje: Para percibir lo que una sustancia significa necesariamente hay que recurrir al trabajo de articulación llevado a cabo por la lengua. Así el semiólogo, aunque en un principio trabaje sobre sustancias no lingüísticas, encontrará antes o después el lenguaje en su camino. No solo a guisa de modelo sino también a título de componente de elemento mediador o de significado. Hay pues que admitir la posibilidad de invertir la afirmación de Saussure: La lingüística no es una parte, aunque sea privilegiada, de la semiología, sino, por el contrario, la semiología es una parte de la lingüística
El fundador de la semiótica, Peirce estableció diversas calificaciones de signo, entre las cuales esta la basada en el tipo de vínculo que une al signo con su referente. Y así distingue:
· Indices (indicios). Son signos que tienen conexión
física real con el referente, es decir, con el objeto al que remiten; la conexión puede consistir en la proximidad, la relación causa efecto o en cualquier tipo o conexión. Son índices los signos que señalan un objeto presente o la dirección en que se encuentran (una flecha indicativa, un dedo señalando algo...); Los signos que rotulan a los objetos designado en otro código (el título escrito debajo de un cuadro, un pie de foto...); Los signos naturales producidos por objetos o seres vivos también son índices (la huella de unas pisadas, el humo como indicativo de fuego, el cerco de un vaso, la palidez de una persona...).
· Iconos. Son signos que tienen semejanza de algún tipo con el referente. La semejanza puede consistir en un parecido en la forma o afectar a cualquier cualidad o
propiedad del objeto. Son signos icónicos: Los cuadros, las esculturas figurativas, las fotografías, los dibujos animados, las caricaturas, las onomatopeyas o imitaciones del sonido, mapas, planos, gráficos que visualizan proporciones. Evidentemente la iconicidad es cuestión de grado: una fotografía en color de un gato es más icónica que una silueta esquemática del mismo.
· Símbolos. Son signos arbitrarios, cuya relación con el objeto se basa exclusivamente en una convención. El símbolo no tiene por no parecerse ni guardar relación con lo que designa. Los alfabetos, la anotación clínica, los signos matemáticos, las banderas nacionales. A esta categoría pertenece el signo lingüístico.
Peirce señala que la clasificación no es excluyente. Considerado desde diversos puntos de vista, un signo puede pertenecer a la vez a más de una de estas categorías.
Ej: Las huellas dactilares son índices (guardan relación real con la yema
del dedo que las produjo) y a la vez son iconos (reproducen exactamente
sus estrías), si una agencia de detectives la escoge o la utiliza como emblema
comercial, será además el símbolo de la agencia.
Al margen de la clasificación de Pierce, un signo puede ser: motivado (su elección tienen alguna razón de ser, es decir, hay una relación objetiva entre signo y referente), la cruz como símbolo del
cristianismo es motivado o puede ser también inmotivado (cuando no hay ninguna relación objetiva entre signo y referente), el signo de la suma(+) como símbolo de la suma es inmotivado.
- EL SIGNO LINGÜÍSTICO.
Se presenta con
características propias, las cuales requieren un más detallado desarrollo. En él se da la no-analogía del símbolo y además puede descomponerse y analizarse en unidades situadas a diferentes niveles.
De todas las clases de signos el lingüístico es el más importante. Existen dos formas de representar convencionalmente el signo que, sin ser contradictorias, corresponden a
enfoques diferentes.
Existe como vemos en estas dos representaciones discrepancias a cerca de que si debe incluirse o no incluirse el referente en el
concepto de signo.
Los partidarios de la no-inclusión (Saussure) argumentan entre otras cosas, que hay signos que carecen de referente.
Ej: ¿Cuál es el referente del signo mas de la suma?
Los partidarios que consideran necesario mantener el referente (Ogden, Richards, Pierce) lo incluyen, y le responden a Saussure:
a. Hay dos clases de signos, los que se refieren a cosas y los que se refieren a relaciones: el
concepto de referente se aplica solo a los primeros.
b. El referente abarca no solo el mundo real "sino cualquier
universo posible". Ej: El centauro no existe en el mundo real pero podemos imaginarlo en un mundo de ficción.
c. El referente no tiene por qué ser un objeto material: el referente de
justicia por ejemplo esta en las acciones justas que tienen lugar.
Siguiendo a Saussure el signo lingüístico consta de una parte material o significante y de otra inmaterial o significado, ambas están recíprocamente unidas. Saussure lo definía como una entidad psíquica de dos caras: el significante esta constituido por la sucesión inmutable de sonidos (fonemas) que lo constituyen (o de letras en la
escritura). El significado es lo que el significante evoca en nuestra mente (el concepto) cuando lo oímos o leemos.
-
Principios del signo.
1º. La arbitrariedad: El signo lingüístico es arbitrario, inmotivado. La relación que existe entre el significante y el significado no es necesaria si no convencional. Así el concepto que expresa la palabra casa (significado) no tiene ninguna relación natural con la secuencia de sonidos [ kása ] (significante); La asociación es el resultado de un acuerdo tácito entre los hablantes de una misma
lengua. La prueba esta en que en otras lenguas diferentes se emplean palabras totalmente distintas para referirse al mismo concepto (House, inglés; Maison, francés).
2º. Carácter lineal del significante: El significante se desarrolla en el
tiempo y en el espacio; los significantes acústicos se presentan uno tras otro y forman una cadena.
3º. La mutabilidad e inmutabilidad del signo: El signo desde un punto de vista diacrónico (estudio de la
evolución a través del tiempo) puede cambiar o incluso desaparecer, por eso puede ser mutable. Ahora bien, desde el punto de vista sincrónico (estado en un momento determinado) el signo no puede cambiar, no puede modificarse, es inmutable.
4º. La doble articulación del signo: La primera articulación descompone el signo en monemas, son unidades mínimas que poseen significante y significado. En la segunda articulación, cada monema se articula a su vez en su significante en unidades más pequeñas carentes de significado, los fonemas. Los fonemas son pues, las unidades mínimas de la segunda articulación que poseen significante, pero no significado.
Lob / o s/a s L / o / b / o
Monema. Monema . Fonemas.
La importancia que tiene la doble articulación es la posibilidad de crear infinitas
palabras e infinidad de mensajes.
- LAS
FUNCIONES DEL LENGUAJE
Ya desde
Platón se había señalado que: "El lenguaje es un instrumento para comunicar uno a otro algo sobre las cosas". En todo acto de comunicación el lenguaje entra en contacto con los diferentes elementos que forman el esquema de la comunicación. Así el filósofo alemán Bühler dice que el lenguaje es un órgano que sirve para comunicar uno a otro sobre las cosas; partiendo de este esquema tripartito, analiza Bühler la relación que el mensaje guarda con estos elementos básicos y así, establece tres funciones básicas:
1. La función representativa Bühler o referencial Jachobson: es la base de toda comunicación; define las relaciones entre el mensaje y la idea u objeto al cual se refiere. El hablante transmite al oyente unos conocimientos, le informa de algo objetivamente sin que el hablante deje translucir su reacción subjetiva.
Los
recursos lingüísticos característicos de esta función serían:
entonación neutra, el modo indicativo, la adjetivación específica y un
léxico exclusivamente denotativo.
Ej: "La pizarra verde"
2. La función expresiva o emotiva: es la orientada al emisor; define las relaciones entre el emisor y el mensaje. Expresan la
actitud del emisor ante el objeto; a través del mensaje captamos la interioridad del emisor, se utiliza para transmitir emociones, sentimientos, opiniones del que habla.
Los
recursos lingüísticos son: Adjetivación explicativa, términos
denotativos, modo subjuntivo.
Ej: "Mi pobrecita mama esta malita"
" ¡Qué alegría! "
3. Función apelativa Bühler o conativa Jachobson: define las relaciones ente el mensaje y el receptor; esta centrada en el receptor. Se produce cuando la comunicación pretende obtener una relación del receptor intentando modificar su
conducta interna o externa. Es la función del mandato y de la pregunta.
Los
recursos lingüísticos son: Vocativos, imperativa, oraciones
interrogativas (utilización deliberada de elementos adjetivos
valorativos, términos connotativos, pero siempre que todo esto este
destinado a llamar la atención del oyente)
Ej: " ¡Pepe, ven aquí! "
Jackobson introdujo en este esquema tres
funciones más:
4. Función poética o estética: se define la relación del mensaje con él mismo. Esta función aparece siempre que la expresión utilizada atrae la atención sobre su forma. Se da esencialmente en las artes donde el referente es el mensaje que deja de ser instrumento para hacerse objeto (el mensaje tiene fin en si mismo). Generalmente se asimila esta función a la
Literatura, pero se encuentra también en el lenguaje oral y cotidiano.
Recursos lingüísticos: Los de
literatura (metáforas, hipérboles...)
Ej: Frases hechas, Metáforas, frases poéticas.
"En Abril aguas mil"
"El
tiempo vuela"
"Rexona nunca te abandona"
5. Función fática: Es la función orientada al canal de comunicación, su contenido informativo es nulo o muy escaso: La función fática produce enunciados de altísima redundancia. Su fin es consolidar detener o iniciar la comunicación. El referente del mensaje fático es la comunicación misma. Constituye esta función todas las unidades que utilizamos para iniciar, mantener o finalizar la conversación.
Ej: "El tipico Si..., si..., si... del teléfono"
"Formulas de cortesía, Hola, Adiós, Buenos días..."
"Muletillas, Eh..., eh...."
"La charla intranscendente en el ascensor con un vecino"
6. Función Meta lingüística: es la función centrada en el código; Se da esta función cuando la
lengua se toma a si misma como referente; es decir, cuando el mensaje se refiere al propio código. Cuando utilizamos el código para hablar del código. En la función meta lingüística se somete el código a análisis: La gramática, los diccionarios, la lingüística utilizan la función meta lingüística.
Ej: "Las clases de
lengua" "Buscar una palabra en un diccionario"
Todas estas
funciones pueden concurrir simultáneamente, mezcladas en diversas proporciones, y con predominio de una u otra según el tipo de comunicación.
Conclusión
Hoy en día, la Comunicación en las empresas lucha por ser reconocida como piedra angular de toda organización determinada a cumplir sus objetivos de manera efectiva y desempeña un papel de primordial importancia en la creación, mantenimiento y cambio en la cultura e identidad corporativa de las organizaciones líderes en sus respectivos ramos.
Pero la tarea no finaliza con estos logros, sino que marca apenas el comienzo de un destino que se perfila ante nosotros como lleno de posibilidades y retos. La situación mundial y las tendencias de globalización exigen un cambio profundo de las empresas mexicanas hacia la competitividad a nivel mundial. Todas las empresas deberán transformarse y volverse competitivas .
Esta situación exige ser afrontada por profesionistas actualizados que apoyen a las empresas en este período de transición tan vital y delicado; que les hagan vislumbrar con claridad la posición actual, su rumbo a seguir y la meta a la que se dirigen. Y son los Comunicadores en las organizaciones quienes mejores armas deben tener para ofrecer este apoyo.
Para que esta necesidad sea satisfecha cabalmente, el profesionista de la Comunicación debe mantenerse al día en las tendencias que marcan el desarrollo de las organizaciones de la época y debe actualizarse constantemente.

EL AUTOESTIMA LABORAL.

INSTITUTO MIXTO DE EDUCACION FUNDAMENTAL IMEF-PLAN DIARIO.
4o. PERITO CONTADOR.
CURSO: ORGANIZACION Y PRÁCTICA DE OFICINA.
CATEDRÁTICO: JORGE LUIS GARCIA.

INSTRUCCIONES: Lee despacio el tema de autoestima como parte fundamental en la formacion de la pesonalidad del ser humano y luego:
1.- Redacta una síntesis de al menos dos hojas tamaño carta.
2.- Luego saca al menos 15 preguntas con sus respuestas acerca del tema.
3.- Escucha detenidamente el video y escribe algunos consejos útiles que aporta para mejorar el autoestima.

4.- Entregarlo el día lunes 1 de junio de 2009, incluye desde carátula a bibliografia, trabajo completo.

5.- PONDRACIÓN: 25 Pts.




AUTOESTIMA

Este
trabajo habla sobre la autoestima como un factor influyente en el buen desempeño laboral, para lo cual se empieza definiendo el concepto de autoestima, lo cual se puede decir, que es el amor o estima que una persona tiene de ella misma; se considera importante saber como y cuando se forma la autoestima y quienes son los responsables de esta.
Para cubrir el tema planteado se habla de la relación que tiene la autoestima y
el trabajo, definiendo primeramente lo que es trabajo y el porque es importante tener una buena autoestima laboral; y finalmente se habla de cómo mejorar la autoestima, individualmente y luego a nivel empresarial.

¿Qué es autoestima?

Si nos enfocamos en la palabra autoestima se puede definir según Massó (1997,5) "Es el significado más directo de la palabra auto (sí mismo/a) Estima (
amor, aprecio).Quererse a sí mismo/a, ni es egoísmo, ni es enfermizo; es un sentimiento fundamental."
Se considera necesario enfatizar que es amor, es decir, que al tenerse amor a si mismos la persona tiene la facultad de aceptarse tal cual es, cuando se dice así se refiere que se sabe y se esta conciente que es un ser humanos y que como tal es poseedora de cualidades pero también tiene defectos.
Al estar concientes de esto y al amarse de verdad como lo dice el autor citado anteriormente no se puede caer en el egoísmo, la vanidad, el contenido de sí mismo, la auto justificación, el fariseísmo que al contrario de quererse, es al final de todo un
valor muy débil de el mismo, ya que al creerse superior y lo mejor, no se acepta los defectos terminando en pensar que no los posee, entonces pierde la facultad de ser auto crítico, lo cual es malo para cada individuo porque la realidad es que es un ser humanos y que tiene defectos; y el poderse ver con defectos es lo que hace a este avanzar en la vida para una mejor calidad de vida.
Autoestima psicológicamente hablando es según el autor Yagosesky (1997,6) "amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr
objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener "
Lo que exhorta a tener en cuenta que como humanos se comenten equivocaciones, e incluso se tienen limitaciones, ya sean estas físicas o emocionales; pero que también no hay que perder de vistan que se tiene la capacidad de levantase, y que cada caída no es un fracaso eterno, sino verlo como una oportunidad que nos da la vida de conocernos más y de obtener la experiencia que en la próxima equivocación
poder confiar en la capacidad que tenemos de seguir adelante y alcanzar los objetivos que deseamos.
También un significado muy profundo de "Autoestima es la
fuerza innata que impulsa al organismo hacia la vida, hacia la ejecución armónica de todas sus funciones y hacia su desarrollo" según Yagosesky, R (1997, 5).
Porque solo el hecho de saber que nos tenemos a nosotros mismos y de estar conciente de que valemos bastante tanto por nuestra capacidad de dar a los demás, de amar, de compartir; es un motivo muy grande para seguir existiendo y dar lo mejor de sí con alegría y
solidaridad.
Teniendo una buena valoración de si mismo y estando conciente de las posibilidades, se pueden trazar objetivos claros.
El
conocimiento que se tenga de si mismo va bien ligado con el amor que se tenga la persona, pues ayuda a tener una orientación, de lo que se posee tanto cualidades, habilidades, destreza; como también de lo que se carece o con lo que se esta disconforme, defectos, limitaciones, y es así, sabiendo lo bueno y lo malo que se tenga, se pueden hacer de las debilidades fortalezas.
Según Massó(1997,15) "El
respeto es consecuencia del valor que nos reconocemos, o la estima que profesamos hacia nuestra persona y la dignidad que exigimos que nos otorguen las demás personas."
Teniendo claro la persona que es alguien de mucho valor, tanto por lo que tiene como también por lo que puede dar; se estima a si misma, es decir, que se cuida, valora y no realiza
acciones que puedan dañar su integridad y a la vez se hace respetar por las personas que le rodean.
Confianza en nuestro derecho de ser felices, el sentimiento de ser dignos, de merecer, de tener derecho a afirmar necesidades y a gozar de los frutos de nuestros esfuerzos.
Cuando la persona posee este sentimiento de estimación hacia sí mismo sabe que es merecedor de sentirse bien, de sentirse feliz, por los triunfos que ha alcanzado, que tiene derecho a vivir y expresar de forma apropiada los deseos, necesidades, pensamientos; que sentir alegría es un
derecho natural que posee.
Esta estimación de la que se ha hablado, cabe mencionar que puede trabajar desde la valoración que se hace de sí a favor de la persona, es decir, que le ayude a crece como persona; aquí se habla de autoestima positiva; pero también puede trabajar en contra de el individuo mismo, es decir perjudicando su la
calidad de vida; entonces se habla de autoestima negativa.
Según la pirámide de necesidades de Abraham H.
Maslow, la estima es una necesidad que debe cubrirse, como se explica a continuación:

Esta pirámide de Maslow, explica que el ser humano tiene necesidades que satisfacer, pero que estas tienen orden de prioridad, empezando por la base de la pirámide (ver figura 1) se encuentran las básicas o necesidades fisiológicas, como son el hambre, la sed, dormir; ya satisfecha esta necesidad pasa al siguiente escalón que es la necesidad de seguridad, luego que se siente
seguro, esta la de aceptación social, donde busca el amor, la necesidad de ser miembro de un grupos sociales, la necesidad que se encuentra en penúltimo lugar es la necesidad de autoestima, donde necesita tener éxitos propios, que los demás lo alaben y que reconozca que es un persona competente; para culminar dicha pirámide Maslow dice que el ser humano necesita sentir la autorrealización que es ver los logros que ha alcanzado y sentir satisfacción de eso.

¿Cómo se forma la autoestima?

Según Yagosesky (1997, 12) "Los padres y otras figuras de
autoridad, serán piezas claves para el desarrollo de la Autoestima del niño, quien dependiendo de los mensajes recibidos, reflejará como espejo lo que piensan de él "
La autoestima es el concepto que tenemos de nosotros mismos, este concepto es muy importante para nuestro
desarrollo humano y se forma desde cuando se esta niño, en el periodo de cinco a seis años de edad, escuchando las críticas que hacen los demás de él, ya sean estas constructivas o destructiva este las recibe todas como ciertas, porque no tiene el suficiente criterio para decir si es cierto o no lo que dicen y piensan de él.
La
escuela es otro lugar fundamental donde el niño tiene lugar a formarse y desarrollarse como persona, donde le enseñan valores claros y el significado de estos, los maestros deben ayudar a los niños a que se vean dentro de ellos mismos y a saber que tienen derecho de ser una persona de valor y tener la oportunidad de triunfar; teniendo en cuenta que cada niño tiene diferentes ritmos de desarrollo.
La autoestima se comienza a formar desde pequeños, pero el lapso de formación es de toda la vida, a través de
observación, de la imagen que las demás personas tienen de él y apreciación que cada uno haga de si. Lo que influye en gran medida a la formación de la autoestima es el medio familiar y el cultural; que es lo que se espera de cada individuo por el hecho de ser ya sea hombres o mujeres.
Si la autoestima nos dice como un individuo reaccionará ante las circunstancias de la vida, no hay que olvidar que esta reacción viene en gran parte a sus
mapas mentales, los cuales han sido formados en el núcleo familiar, en la escuela; estos mapas ayudan a interpretar la realidad, ya que la situación se da en la vida y es opción del individuo si este la ve como un problema muy grande o como oportunidad que le da la vida de crecer.

Según lo expuesto por
Bolívar (2003,10) "La autoestima se construye constantemente y a lo largo de toda la vida (…) los demás se convierten en elementos fundamentales del proceso de construcción de la autoestima, haciendo las veces de evaluadores externos a la persona. "
Algo que influye en la formación de la autoestima son las personas, como lo menciona el autor, ya que estas con sus críticas a los actos o a características personales, ya sean constructivas o destructivas influyen en la formación del auto concepto del individuo; dependiendo del grado de madurez de este.
Para poder atender a las críticas, la persona tiene que tener
seguridad de ella misma, para poder discernir cual critica va a favor y cual en contra de su integridad como persona.
Una
crítica negativa es capaz de hundir a una persona y de afectar en gran medida el amor propio, llevándola incluso a sentirse que es un verdadero fracaso, y ha sentir un sin sentido de la vida.

"La persona también realiza una construcción interna según sus propias experiencias. Esta construcción va a ser positiva o negativa según lo sean esas experiencias y el criterio de
evaluación que se haga de ellas", según Bolívar (2003).

La autoestima no solo se forma por agentes externos, sino que también el individuo mismo es el formador de su propia autoestima, claro esta formación no siempre es positiva. Esta auto – formación se lleva a cabo cuando el individuo se traza metas, y depende de cómo afronte los resultas esta autoestima puede ser positiva o negativa.







II Autoestima en el trabajo.

¿por qué necesitamos autoestima?

"La
conciencia del propio valor eleva el estado de ánimo, aumenta la alegría vital, así como el sentimiento del propio poder y fomenta así la capacidad de decisión y la de rendimiento" (Henriz, 1974, p. 259).
Tener estima a uno mismo es muy importante, porque el amor es el
motor de la vida y el amor a uno mismo es una pieza fundamental, es la chispa que impulsa a la persona no solo a vivir por vivir sino a disfrutar de la vida que aunque tenga altos y bajos todos los acontecimientos que esta nos ofrece tiene su lado bueno y hay que sacarle el mejor provecho.

Una persona con una baja valoración de ella misma, experimenta ansiedad a la hora de tomar decisiones, no así alguien que tiene una buena valoración de ella misma, porque esta conciente que en la vida va a cometer errores, que va experimentar el fracaso, pero no le teme a la frustración que pueda experimentar, pues confía en ella y sabe que por lo que ella es y tiene puede superarlos y salir de ellos; llevando a esta persona a poder tomar decisiones sin miedo a equivocarse, a arriesgarse por la vida para poder dar más de lo que ella tiene ahora.
"La aceptación activa va reforzando la autoestima, la cual no es más que el valor que el individuo se atribuye a si mismo" (Santos, 1993, p.20).
Es importante también tener presente que el individuo es único e irrepetible, y que a partir de esto debe la persona de valorarse y aceptarse tal cual es. Al reconocer la persona quien es, es decir con defectos y cualidades esta puede ser autocrítica y saber que no es perfecta y que comete errores y a partir de esto poder cambiar para bien.

Según Santos (1993) en su
libro esfuérzate y se afirmativo expone la Pirámide de Gestión Personal (PGP), la cual nos ayuda a poder planificar y estar alerta a cualquier situación que se nos presente en nuestra vida, dicha pirámide tiene en su base, es decir donde se sostiene lo demás, el enfoque personal, ya que la persona no puede dar lo que no tiene, entonces debe empezar por ser una persona que sabe que no es más ni menos que nadie, que confía en ella sabiendo sus fortalezas y limitaciones; para poder pasar al siguiente escalón, el tipo de gestión interpersonal, que puede confiar en los demás, ya que es una persona asertiva, es decir, que es capaz de exponer sus deseos, necesidades, pensamientos sin dañar los de los demás; y finalmente, el tipo de gestión integral, que lo logra siendo una persona afirmativa, la que es capaz de nadar contracorriente, claro siendo siempre asertiva, y no darse por vencida por cualquier obstáculo, la que es positiva en el presente y ve con optimismo el futuro.
Según Yagosesky, R (1997,19) "Nuestro sentido de valor personal y de confianza en las propias capacidades pueden verse afectadas y hacernos creer que vivimos a merced de las contingencias"
Nuestra fe en nosotros mismos es probada en los
problemas y es en donde se hace fundamental poseer este amor, ya es el que nos ayuda a superar los obstáculos que la vida nos presenta.
La autoestima es muy importante también porque le ayuda a la persona descubrir las habilidades que tiene, a descubrirse a él mismo y a sacar provecho de su potencial; ya que si es ignorante de estas habilidades es como que si no las tuviera, lo mismo pasa con la
inteligencia alguien que no tiene amor propio no se cree con capacidades de solucionar un problema, por tanto no lo es. Como lo expone Massó "El cerebro funciona como otros órganos del cuerpo: cuanto más funcionan, más se desarrollan, mientras que el desuso los hace languidecer, se atrofian y rinden menos."

La autoestima es muy importa porque es como un compañero de batalla que se lleva para poder vencer todo los retos que se presenten.

Autoestima y trabajo.

Para poder hablar de este tema, se hablara primeramente en forma general de lo que es trabajo, lo cual para Zornoza (2004,1) "Actividad del
hombre encaminada a la transformación de la naturaleza, para satisfacer las necesidades humanas."
Otra definición de trabajo es "el trabajo es una actividad
manual, mental o mixta, orientada hacia la satisfacción de necesidades, transformar el medio y mantener una adecuada salud mental." (Santos, 1993, p. 31).
Teniendo estas dos definiciones, se puede ver que la primera de ellas solo enfoca dos razones por las que se trabaja, la de transformar la naturaleza y la de satisfacer las necesidades humanas.

La segunda definición, toca tres razones: la de satisfacer las necesidades, la de transformar el medio y tener una buena
salud mental
Satisfacer necesidades; las cuales según Santos se pueden agrupar en básicas, sociales, psicológicas y existenciales.

La otra razón por la que se trabaja es para transformar el medio, quiere decir que se trabajo no solo para producir, sino también para innovar, optimizar y ocupar el ingenio para crear, ya sea
procesos o maquinaria y obtener cosas útiles y que faciliten la vida de la civilización, esta razón va muy liga con la autoestima, ya que hemos visto con anterioridad que difícilmente alguien con una desvalorización de el mismo pueda tener creativita y peor aún el deseo de innovar y utilizar el ingenio.
Y finalmente como lo expone Santos, otra razón de trabajar es para sentirse bien; ya que cuando una persona trabaja se siente útil e importante para el desarrollo de su
empresa, el solo hecho de poseer un trabajo le ayuda a su auto valoración.
Una definición importante también es el de la autoestima profesional que según Ganster y Schaubroeck (1995, citado en Asociación Colombiana para el Avance de las
Ciencias del Comportamiento [ABA] 2003) "es una actitud individual sobre la competencia, desempeño y valor profesional a lo largo de una dimensión positiva-negativa y es señalada como un factor importante en la explicación del desempeño, la satisfacción laboral y vital, y parece actuar como variable moderadora en la relación estrés laboral-salud."

Según Vidal (2000, 5) "Así pues, podemos afirmar que la autoestima de un individuo define la calidad de las
relaciones interpersonales (con otras personas), intrapersonales (consigo mismo) y con su entorno (con lo que le rodea). "

Es importante señalar que el individuo en su lugar de trabajo se relaciona con otras personas, y a veces hasta tiene el destino de
la empresa en sus manos.
La autoestima la ayuda en el sentido que esta persona sabe que puede lograr las metas que se proponga, y en este sentido actúa para bien; cuando la persona se valora de una forma muy pobre, esta actúa para mal, ya que ha creado un obstáculo; mas grande de los que la vida puede proporcionar, ya que este se estanca en los problemas porque no se cree capaz de poder salir de estos, y hasta tiene la habilidad de ver problemas donde no los hay cerrándose así todas las puertas que pudieran estar abiertas.

Para poder desarrollarse de una forma satisfactoria y explotar todas las habilidades, debemos de tener oportunidades, pero para esto se debe de sentir aptos de poder lograr lo que se proponga, de alcanzar esas metas trazadas por ellos mismos y que estas estén bien definidas y firmes de lo que queremos, y de saber que el trabajo que realizamos es valioso e importante, tanto para la empresa como para el mismo individuo.
Las metas se las planteas la persona y es deber de esta ir tras ellas y alcanzarlas, sabiendo esta que es capaz de lograrlo, ya que estas metas no se pueden dejar a que pasen por ellas mismas, sin esforzarse y luchar por ellas.
Algunas características de la autoestima positiva son:

Defender sus
principios y valores, aun cuando hay gran oposición, pero también se siente segura de poder cambiar estos valores y principios si nuevas experiencias indican que al individuo que estaba equivocado.

Disfruta diversas actividades como, trabajar, estudiar, jugar
confía en la capacidad que tiene de resolver problemas, sin dejarse acobardar por las dificultades que experimente.

No desperdicia su
tiempo en preocupaciones de lo que halla ocurrido en el pasado ni de lo que va suceder en el futuro.

No se deja manipular por los demás.
Sabe que es una persona valiosa por lo menos para aquellos con los que se asocia.

III ¿Cómo mejorar la autoestima?

1. Mejorar la Autoestima a Nivel Personal.

Según lo expuesto con anterioridad se ha dicho que la autoestima se forma a lo largo de la vida, es decir, que es algo que va cambiando, por consiguiente se esta diciendo que se puede mejorar, pero ¿como?
Una manera muy interesante y fundamental, para todo
cambio que se desee hacer en la vida es saber que no se esta bien, y para poder inferir esto la persona tiene que saber, como funciona, que al final se refiere a que sepa cuales son sus fortalezas y limitaciones, ya sabiendo esto es capaz de decidir que es lo que desea mejorar y estará dispuesta ha hacer de sus debilidades sus fortalezas.
Otro punto a tomar en cuenta es que la persona pierde de vista su realidad y generalmente se identifica con una idea de el mismo y no lo hace con su realidad de sus sentimientos y experiencias actuales, se dice que su vida se divide entre lo que piensa que es lo que realmente es; y este concepto erróneo de el mismo lo vuelve presa de sus temores al fracaso, ya que no quiere echar a perder su imagen irreal de el mismo

Según, el centro clínico de
psicología (2003, 3) "El hecho de juzgarse y rechazarse a uno mismo produce un enorme dolor. Como consecuencia es posible que la persona llegue a evitar con todas sus fuerzas que aumente el rechazo que siente hacia sí misma."

Es muy importante que la persona este consiente que es humana y que como tal comete errores y que es poseedora de defectos, es decir sentirse triste no es malo, lo verdaderamente catastrófico es ser pesimista, y para poder cambiar lo principal es mirar desde el problema de donde se encuentra, no algo oscuro y negro sino una oportunidad que da la vida de seguir adelante.

Para poder mejorar la autoestima se tiene que anular las ideas o conceptos distorsionados y equivocados formados en la niñez para que no se siga haciendo sufrir, ya que estos sentimientos no resueltos, crean un
estado de enojo y este se convierte en odio a la misma persona, y no es capaz de perdonarse; estas ideas negativas se reemplazan por otras ideas que ayuden a adquirir seguridad y tener presentes sus derechos.

Si una persona tiene una buena valoración de ella misma, esta protegida de sentir culpa irracionales, de sentirse incapaz de lograr lo que se propone, malo o inútil y de tener que complacer para ser aceptada.
Para concretizar y dar una guía de cómo cambiar lo que esta mal, lo que no deja avanzar, se expone la alternativa de aplicar el retcambio, el cual es según su creador, (Santos, 2004, p. 6) "Un reto a las obvias realidades (…) un cambio que rompe con el sentido común de las practicas tradicionales, con la vieja manera de ver y hacer las cosas, a través de la adquisición de nuevos ciclos de
aprendizaje para acción."

Entonces ya sabiendo que se esta mal y que se necesita un cambio, el ciclo de aprendizaje para la acción (CAPLA), es:
La persona tiene que estar en su obvia realidad, que posee baja autoestima, al tener esto claro, declara que tiene un mal concepto de el mismo y si esta dispuesto a cambiar para mejorar, debe de cambiar este concepto ya que ha descubierto el origen de su problema.

Las acciones que mejorarán su situación es reconocerse que es un ser humano, que no es omnipotente, que comete errores y que esto al final no es malo, lo que es malo es no aprender ni levantarse de estos errores, lo que se logra con estas acciones es aceptarse como es, ya haciendo esto, reconociendo sus limitaciones y fortalezas es capaz de ponerse metas, alcanzarlas a pesar de los fracasos y lo más importante se considera una persona con valor, con una alta autoestima.

2. Mejorar la Autoestima en la Empresa.

Mejorar los niveles de autoestima de los empleados en
una empresa fomenta un mayor desempeño laboral, mejorando la eficiencia y las utilidades de la empresa. La importancia al aumentar el desempeño laboral merece la atención por parte de la empresa para brinda los recursos necesarios con enfoque al desarrollo del empleado, en toda la estructura de la empresa.
El resultado eficaz requiere planear, organizar, continuar, dirigir y mejorar un
programa integral que considere las necesidades concretas de la empresa, desarrollando talleres, seminarios, concursos e incluyendo un eficiente sistema informativo con temas especiales en boletines o periódico .


IV. CONCLUSIONES

El quererse a uno mismo garantiza un buen desempeño del individuo en su trabajo ya que confiando en él mismo, puede crear y sugerir nuevas ideas para optimizar la
producción y permitir de esta forma que la empresa crezca.
Para que la persona pueda quererse a sí misma debe primero de aceptarse como ella es, y saber que es una persona valiosa.
Para poder mejorar la autoestima lo fundamental es saber la obvia realidad y a partir de esto cambiar para bien.
De la autoestima depende en gran medida que se alcancen todos nuestros objetivos, ya que de lo visto con anterioridad se puede decir que si se ve con pesimismo el futuro difícilmente se desarrollara de una manera optima las metas que se han visualizado.

EL AUTOESTIMA

sábado, 16 de mayo de 2009

TIPOS DE INVESTIGACIÓN

IMEF-PLAN FIN DE SEMANA
CUARTO ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS.
TECNICAS DE ESTUDIO E INVESTIGACIÓN.
PROF. JORGE GARCÍA.

Leer y hacer un resumen del siguiente texto, entregarlo en hojas tamaño carta el día 23 de mayo con todo lo que lleva un trabajo formal.
ponderación. 20 pts.


TIPOS DE INVESTIGACION


Objetivos:
El terminar este tema el estudiante estará en capacidad de:
1. Identificar diferentes formas de clasificar las investigaciones.
2. Reconocer la relación entre los propósitos de las investigaciones y el tipo de investigación que se adopta.
3. Explicar la diferencia entre el concepto de investigación científica e investigación experimental.
4. Clasificar de diversas formas cinco investigaciones realizadas.


Aunque el método científico es uno, existen diversas formas de identificar su práctica o aplicación en la investigación. De modo que la investigación se puede clasificar de diversas maneras. Enfoques positivistas promueven la investigación
empírica con un alto grado de objetividad suponiendo que si alguna cosa existe, existe en alguna cantidad y su existe en alguna cantidad se puede medir. Esto da lugar al desarrollo de investigaciones conocidas como cuantitativas, las cuales se
apoyan en las pruebas estadísticas tradicionales. Pero especialmente en el ámbito de las ciencias sociales se observan fenómenos complejos y que no pueden ser alcanzados ser observados a menos que se realicen esfuerzos holísticos con alto
grado de subjetividad y orientados hacia las cualidades más que a la cantidad. Así se originan diversas metodologías para la recolección y análisis de datos (no necesariamente númericos) con los cuales se realiza la investigación conocida con el nombre de Cualitativa.
La forma más común de clasificar las investigaciones es aquella que pretende ubicarse en el tiempo (según dimensión cronológica) y distingue entre la investigación de las cosas pasadas (Histórica), de las cosas del presente (Descriptiva) y de lo que puede suceder (Experimental)


Histórica, Descriptiva y Experimental

Tradicionalmente se presentan tres tipos de investigación de los cuales surgen las diversos tipos de investigaciones que se realizan y son: Histórica, Descriptiva, Experimental.
La investigación histórica trata de la experiencia pasada, describe lo que era y representa una búsqueda crítica de la verdad que sustenta los acontecimientos pasados. El investigador depende de fuentes primarias y secundarias las cuales proveen la información y a las cuáles el investigador deberá examinar cuidadosamente con el fin de determinar su confiabilidad por medio de una crítica interna y externa. En el primer caso verifica la autenticidad de un documento o vestigio y en el segundo, determina el significado y la validez de los datos que contiene el documento que se considera auténtico.
La investigación descriptiva, según se mencionó, trabaja sobre realidades de hecho y su característica fundamental es la de presentar una interpretación correcta. Esta puede incluir los siguientes tipos de estudios: Encuestas, Casos, Exploratorios,
Causales, De Desarrollo, Predictivos, De Conjuntos, De Correlación.
La investigación experimental consiste en la manipulación de una (o más) variable experimental no comprobada, en condiciones rigurosamente controladas, con el fin de describir de qué modo o por qué causa se produce una situación o
acontecimiento particular. El experimento provocado por el investigador, le permite introducir determinadas variables de estudio manipuladas por él, para controlar el aumento o disminución de esas variables y su efecto en las conductas
observadas.
Diversas Formas de Clasificación: Pero en realidad las cosas no son tan sencillas como parecen, los autores no se ponen de acuerdo en la forma de identificar las investigaciones,las diferencias tienen que ver con el criterio que se usa.
Según Zorrilla (1993:43), la investigación se clasifica en cuatro tipos: básica, aplicada, documental, de campo o mixta.

Básica y Aplicada
TIPOS DE INVESTIGACION
"La bàsica denominada también pura o fundamental, busca el progreso científico, acrecentar los conocimientos teóricos, sin interesarse directamente en sus posibles aplicaciones o consecuencias prácticas; es más formal y persigue las generalizaciones convistas al desarrollo de una teoría basada en principios y
leyes.
La investigación aplicada, guarda íntima relación con la básica, pues depende de los descubrimientos y avances de la investigación básica y se enriquece con ellos, pero se caracteriza por su interés en la aplicación, utilización y consecuencias prácticas de los conocimientos. La investigación aplicada busca el conocer para hacer, para actuar, para construir, para modificar.
Estas dos primeras clases de investigación que menciona Zorrilla se elabora tomando como criterio el grado de abstracción del trabajo y para otros según el uso que se pretende dar al conocimiento.

.Documental , De campo o Mixta

A continuación se refiere a otros tipos de investigación y en este caso se toma como criterio el lugar y los recursos donde se obtiene la información requerida
La investigación documental es `aquella que se realiza a través de la consulta de documentos (libros, revistas, periódicos, memorias, anuarios, registros, códices, constituciones, etc.). La de campo o investigación directa es la que se efectúa en el lugar y tiempo en que ocurren los fenómenos objeto de estudio. La investigación mixta es aquella que participa de la naturaleza de la investigación documental y
de la investigación de campo. (Zorrilla ,1993:43)
Exploratoria, Descriptiva y Explicativa

Otros autores como Babbie (1979), Selltiz et al (1965) identifican tres tipos de investigación: exploratoria, descriptiva y explicativa. Asi como Dankhe (1986) propone cuatro tipos de estudios: exploratorios, descriptivos, correlacionales y
experimentales. Hay quienes prefieren denominar estos últimos, estudios explicativos en lugar de experimentales pues consideran que existen investigaciones no experimentales que pueden aportar evidencias para explicar las causas de un fenómeno.
Se puede decir que esta clasificación usa como criterio lo que se pretende con la investigación, sea explorar un área no estudiada antes, describir una situación o pretender una explicación del mismo.
Los estudios exploratorios nos permiten aproximarnos a fenómenos desconocidos, con el fin de aumentar el grado de familiaridad y contribuyen con ideas respecto a la forma correcta de abordar una investigación en particular. Con el propósito de que estos estudios no se constituyan en pérdida de tiempo y recursos, es indispensable aproximarnos a ellos, con una adecuada revisión de la literatura. En pocas ocasiones constituyen un fin en sí mismos, establecen el tono para investigaciones posteriores y se caracterizan por ser màs flexibles en su metodología, son más amplios y dispersos, implican un mayor riesgo y requieren de paciencia, serenidad y receptividad por parte del investigador. El estudio exploratorio se centra en descubrir.
Los estudios descriptivos buscan desarrollar una imágen o fiel representación (descripción) del fenómeno estudiado a partir de sus características. Describir en este caso es sinónimo de medir. Miden variables o conceptos con el fin de especificar las propiedades importantes de comunidades, personas, grupos o fenómeno bajo análisis. El énfasis está en el estudio independiente de cada característica, es posible que de alguna manera se integren la mediciones de dos o más características con en fin de determinar cómo es o cómo se manifiesta el fenómeno. Pero en ningún momento se pretende establecer la forma de relación entre estas características. En algunos casos los resultados pueden ser usados para predecir.
Los estudios correlacionales pretender medir el grado de relación y la manera como interactúan dos o mas variables entre sí. Estas relaciones se establecen dentro de una mismo contexto, y a partir de los mismos sujetos en la mayoría de los casos. En caso de existir una correlación entre variables, se tiene que, cuando una de ellas varía, la otra también experimenta alguna forma de cambio a partir de una regularidad que permite anticipar la manera cómo se comportará una
por medio de los cambios que sufra la otra.

Supóngase que en una investigación de la relación entre esposos se encuentra una fuerte relación positiva entre el número de expresiones verbales de cariño y el grado de satisfacción percibido por la pareja. Esto significa que existe una tendencia a disfrutar de una mejor relación matrimonial en la medida como está presente la expresión verbal de cariño. Aunque puede considerarse de igual manera que la expresión verbal de cariño es un resultado de la satisfacción y no una causa.
Esto conduce a la afirmación de que los estudios correlacionales tienen un valor explicativo aunque parcial. Evalúan el grado de relación pero no necesariamente busca explicar la causa y forma de relación.
También es importante recordar que la existencia de una relación en un momento o circunstancia dada no conduce a una generalización como tampoco a una particularización (la correlación nos indica lo que ocurre en la mayoría de los casos y no en todos los casos en particular). Al estudiar los fenómenos humanos, la dinámica socio-cultural asi como la capacidad permanente del ser humano para pensar y actuar, hace que muchas veces las regularidades encontradas en una
investigación, desaparezcan en una investigación posterior y a muy corto plazo.
Los estudios explicativos pretenden conducir a un sentido de comprensión o entendimiento de un fenómeno. Apuntan a las causas de los eventos fìsicos o sociales. Pretenden responder a preguntas como: ¿por qué ocurre? ¿en qué condiciones ocurre? Son más estructurados y en la mayoría de los casos requieren del control y manipulación de las variables en un mayor o menor grado.
Para ubicar cuál de estos tipos de investigación corresponde a un estudio en particular que se desea realizar, será necesario determinar el estado de conocimiento existente respecto al tema en investigación a partir de una completa revisión de la literatura y el enfoque que el investigador desee dar a su estudio.

Experimental y No-experimental

Cuando se clasifican las investigaciones tomando como criterio el papel que ejerce el investigador sobre los factores o características que son objeto de estudio, la investigación puede ser clasificada como experimental o no-experimental.
Cuando es experimental, el investigador no solo identifica las características que se estudian sino que las controla, las altera o manipula con el fin de observar los resultados al tiempo que procura evitar que otros factores intervengan en la
observación. Cuando el investigador se limita a observar los acontecimientos sin intervenir en los mismos entonces se desarrolla una investigación no experimental.

Transversales y Horizontales

La investigación según el período de tiempo en que se desarrolla puede ser de tipo horizontal o longitudinal cuando se extiende a través del tiempo dando seguimiento a un fenómeno o puede ser vertical o transversal cuando apunta a un
momento y tiempo definido. El en primer caso la investigación puede consistir en el seguimiento durante 35 años del desempeño intelectual de niños gemelos para identificar el impacto de factores hereditarios y de factores ambientales. En cambio una investigación transversal sería un estudio de grado de desarrollo intelectual según las teorías de Piaget, entre niños gemelos que tienen 9 años de edad.
De campo o Laboratorio

Esta clasificación distingue entre el lugar donde se desarrolla la investigación, si las condiciones son las naturales en el terreno de los acontecimientos tenemos una investigación de campo, como los son las observaciones en un barrio, las encuestas a los empleados de las empresas, el registro de datos relacionados con las mareas, la lluvia y la temperatura en condiciones naturales. En cambio si se crea un ambiente artificial, para realizar la investigación, sea un aula laboratorio, un centro de simulación de eventos, etc. estamos ante una investigación de laboratorio.

Según la disciplina que se investiga

También la investigación puede clasificarse según el ámbito del quehacer humano en la cual de desarrolla. "Esto presupone una distinción entre diferentes tipos de ciencias la más conocida de las cuales es la distinción entre las ciencias de espíritu y las ciencias de la naturaleza. Otros, en cambio, destacan el hecho desde el punto de vista lógico: la investigación científica no tiene diferencias sustanciales cualquiera que sea el ámbito de aplicación, pero se admite que las diferencias se dan a nivel ontológico. Con esto se quiere decir que no hay diferencias metodológicas radicales sino diferencias que provienen del objeto" (Ander-egg, 1992:59). Tenemos pues investigaciones filosóficas, sociales, de las
ciencias básicas, etc.

EL PRINCIPITO

PRIMER SEMESTRE
INSTITUTO MIXTO DE EDUCACIÓN FUNDAMENTAL IMEF-
PLAN FIN DE SEMANA
CURSO: TÉCNICAS DE ESTUDIO E INVESTIGACIÓN.
PROF.JORGE GARCIA.

INSTRUCCIONES: Lee detenidamente literatura y de ella extrae un tema central que el autor pretende trasmitir al lector, plasma un resumen en dos hojas tamaño carta unicamente con su carátula y lo entregas el día 30 de mayo. Es importante tomar en cuenta las técnicas estudiadas para una mejor comprensión de lo que se lee.



ANTOINE DE SAINT - EXUPÉRY

EL PRINCIPITO
A. De Saint - Exupéry
A Leon Werth:

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta pe rsona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde pasa hambre y frío. Verdaderamente necesita consuelo. Si todas esas excusas no bastasen, bien puedo dedicar este libro al niño que una vez fue esta persona mayor. Todos los mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEON WERTH
CUANDO ERA NIÑO


I
Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba "Historias vividas", una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera.
En el libro se afirmaba: "La serpiente boa se traga su presa entera, sin masticarla. Luego ya no puede moverse y duerme durante los seis meses que dura su digestión".
Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo. Mi dibujo número 1 era de esta manera:
Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les daba miedo.
—¿por qué habría de asustar un sombrero?— me respondieron.
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digiere un elefante.
Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas mayores pudieran comprender.
Siempre estas personas tienen necesidad de explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:
Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, ya fueran
abiertas o cerradas, y poner más interés en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta manera a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.
Tuve, pues, que elegir otro oficio y aprendía pilotear aviones. He volado un poco por todo el mundo y la geografía, en efecto, me ha servido de mucho; al primer vistazo podía distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy útil, sobre todo si se pierde uno durante la noche.
2
A lo largo de mi vida he tenido multitud de contactos con multitud de gente seria. Viví mucho con personas mayores y las he conocido muy de cerca; pero esto no ha mejorado demasiado mi opinión sobre ellas.
Cuando me he encontrado con alguien que me parecía un poco lúcido, lo he sometido a la
experiencia de mi dibujo número 1 que he conservado siempre. Quería saber si verdaderamente era un ser comprensivo. E invariablemente me contestaban siempre: "Es un sombrero". Me abstenía de hablarles de la serpiente boa, de la selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba del bridge, del golf, de política y de corbatas. Y mi interlocutor se quedaba muy contento de conocer a un
hombre tan razonable.

II
Viví así, solo, nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta cuando hace seis años tuve una avería en el desierto de Sahara. Algo se había estropeado en el motor. Como no llevaba conmigo ni mecánico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparación difícil. Era para mí una cuestión de vida o muerte, pues apenas tenía agua de beber para ocho días.

La primera noche me dormí sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Estaba más aislado que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imagínense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me despertó una extraña vocecita que decía:
— ¡Por favor... píntame un cordero!
—¿Eh?
—¡Píntame un cordero!
Me puse en pie de un salto como herido por el rayo. Me froté los ojos. Miré a mi alrededor. Vi a un extraordinario muchachito que me miraba gravemente. Ahí tienen el mejor retrato que más tarde logré
hacer de él, aunque mi dibujo, ciertamente es menos encantador que el modelo. Pero no es mía la culpa.
Las personas mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de seis años y no había
aprendido a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas.
Miré, pues, aquella aparición con los ojos redondos de admiración. No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo.
Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:
— Pero… ¿qué haces tú por aquí?
3
Y él respondió entonces, suavemente, como algo muy importante:
—¡Por favor… píntame un cordero!
Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había estudiado especialmente geografía,
historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabía dibujar.
—¡No importa —me respondió—, píntame un cordero!
Como nunca había dibujado un cordero, rehice para él uno de los dos únicos dibujos que yo era
capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. Y quedé estupefacto cuando oí decir al hombrecito:
— ¡No, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peligrosa y el elefante
ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeño. Necesito un cordero. Píntame un cordero.
Dibujé un cordero. Lo miró atentamente y dijo:
—¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro.
Volví a dibujar.
Mi amigo sonrió dulcemente, con indulgencia.
—¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos…
Rehice nuevamente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores.
—Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
Falto ya de paciencia y deseoso de comenzar a desmontar el motor, garrapateé rápidamente este
dibujo, se lo enseñé, y le agregué:
4
—Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. Con gran sorpresa mía el rostro de mi
joven juez se iluminó:
—¡Así es como yo lo quería! ¿Crees que sea necesario mucha hierba para este cordero?
—¿Por qué?
—Porque en mi tierra es todo tan pequeño…
Se inclinó hacia el dibujo y exclamó:
—¡Bueno, no tan pequeño…! Está dormido…
Y así fue como conocí al principito.
III
Me costó mucho tiempo comprender de dónde venía. El principito, que me hacía muchas
preguntas, jamás parecía oír las mías. Fueron palabras pronunciadas al azar, las que poco a poco me
revelaron todo. Así, cuando distinguió por vez primera mi avión (no dibujaré mi avión, por tratarse de un
dibujo demasiado complicado para mí) me preguntó:
—¿Qué cosa es esa? —Eso no es una cosa. Eso vuela. Es un avión, mi avión.
Me sentía orgulloso al decirle que volaba. El entonces gritó:
—¡Cómo! ¿Has caído del cielo? —Sí —le dije modestamente. —¡Ah, que curioso!
Y el principito lanzó una graciosa carcajada que me irritó mucho. Me gusta que mis desgracias se
tomen en serio. Y añadió:
—Entonces ¿tú también vienes del cielo? ¿De qué planeta eres tú?
Divisé una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscamente:
—¿Tu vienes, pues, de otro planeta?
Pero no me respondió; movía lentamente la cabeza mirando detenidamente mi avión.
—Es cierto, que, encima de eso, no puedes venir de muy lejos…
Y se hundió en un ensueño durante largo tiempo. Luego sacando de su bolsillo mi cordero se
abismó en la contemplación de su tesoro.
Imagínense cómo me intrigó esta semiconfidencia sobre los otros planetas. Me esforcé, pues, en
saber algo más:
—¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está "tu casa"? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?
Después de meditar silenciosamente me respondió:
—Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa. —Sin duda. Y si
eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.
Esta proposición pareció chocar al principito.
—¿Atarlo? ¡Qué idea más rara! —Si no lo atas, se irá quién sabe dónde y se perderá…
5
Mi amigo soltó una nueva carcajada.
—¿Y dónde quieres que vaya? —No sé, a cualquier parte. Derecho camino adelante…
Entonces el principito señaló con gravedad:
—¡No importa, es tan pequeña mi tierra!
Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:
—Derecho, camino adelante… no se puede ir muy lejos.
IV
De esta manera supe una segunda cosa muy importante: su planeta de origen era apenas más
grande que una casa.
Esto no podía asombrarme mucho. Sabía muy bien que aparte de los grandes planetas como la
Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los cuales se les ha dado nombre, existen otros centenares de ellos tan
pequeños a veces, que es difícil distinguirlos aun con la ayuda del telescopio. Cuando un astrónomo
descubre uno de estos planetas, le da por nombre un número. Le llama, por ejemplo, "el asteroide 3251".
Tengo poderosas razones para creer que el planeta del cual venía el principito era el asteroide B
612. Este asteroide ha sido visto sólo una vez con el telescopio en 1909, por un astrónomo turco.
Este astrónomo hizo una gran demostración de su descubrimiento en un congreso Internacional
de Astronomía. Pero nadie le creyó a causa de su manera de vestir. Las personas mayores son así.
Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco impuso a su pueblo, bajo pena de
muerte, el vestido a la europea. Entonces el astrónomo volvió a dar cuenta de su descubrimiento en 1920
y como lucía un traje muy elegante, todo el mundo aceptó su demostración.
Si les he contado de todos estos detalles sobre el asteroide B 612 y hasta les he confiado su
número, es por consideración a las personas mayores. A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les
habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar:
"¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio
preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?"
Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: "He visto una
casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado", jamás llegarán a
imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: "He visto una casa que vale cien mil pesos". Entonces
exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué preciosa es!"
De tal manera, si les decimos: "La prueba de que el principito ha existido está en que era un
muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe", las
personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que somos unos niños. Pero si les decimos: "el
planeta de donde venía el principito era el asteroide B 612", quedarán convencidas y no se preocuparán
de hacer más preguntas. Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy
indulgentes con las personas mayores.
Pero nosotros, que sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A
mí me habría gustado más comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me habría
gustado decir:
"Era una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía
necesidad de un amigo…" Para aquellos que comprenden la vida, esto hubiera parecido más real.
Porque no me gusta que mi libro sea tomado a la ligera. Siento tanta pena al contar estos
recuerdos. Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo
con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo
llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras. Para evitar esto he
comprado una caja de lápices de colores. ¡Es muy duro, a mi edad, ponerse a aprender a dibujar, cuando
en toda la vida no se ha hecho otra tentativa que la de una boa abierta y una boa cerrada a la edad de
6
seis años! Ciertamente que yo trataré de hacer retratos lo más parecido posibles, pero no estoy muy
seguro de lograrlo. Uno saldrá bien y otro no tiene parecido alguno. En las proporciones me equivoco
también un poco. Aquí el principito es demasiado grande y allá es demasiado pequeño. Dudo también
sobre el color de su traje. Titubeo sobre esto y lo otro y unas veces sale bien y otras mal. Es posible, en
fin, que me equivoque sobre ciertos detalles muy importantes. Pero habrá que perdonármelo ya que mi
amigo no me daba nunca muchas explicaciones. Me creía semejante a sí mismo y yo, desgraciadamente,
no sé ver un cordero a través de una caja. Es posible que yo sea un poco como las personas mayores.
He debido envejecer.
V
Cada día yo aprendía algo nuevo sobre el planeta, sobre la partida y sobre el viaje. Esto venía
suavemente al azar de las reflexiones. De esta manera tuve conocimiento al tercer día, del drama de los
baobabs.
Fue también gracias al cordero y como preocupado por una profunda duda, cuando el principito
me preguntó:
—¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos?
—Sí, es cierto.
—¡Ah, qué contesto estoy!
No comprendí por qué era tan importante para él que los corderos se comieran los arbustos. Pero
el principito añadió:
—Entonces se comen también los Baobabs.
Le hice comprender al principito que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como
iglesias y que incluso si llevase consigo todo un rebaño de elefantes, el rebaño no lograría acabar con un
solo baobab.
Esta idea del rebaño de elefantes hizo reír al principito.
—Habría que poner los elefantes unos sobre otros…
Y luego añadió juiciosamente:
—Los baobabs, antes de crecer, son muy pequeñitos.
—Es cierto. Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman los baobabs?
Me contestó: "¡Bueno! ¡Vamos!" como si hablara de una evidencia. Me fue necesario un gran
esfuerzo de inteligencia para comprender por mí mismo este problema.
En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y
hierbas malas. Por consiguiente, de buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas,
hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día
una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero
tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la
puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla
inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas
terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se
arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora
con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar.
"Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno
termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse
regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen
mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil".
7
Y un día me aconsejó que me dedicara a realizar un hermoso dibujo, que hiciera comprender a
los niños de la tierra estas ideas. "Si alguna vez viajan, me decía, esto podrá servirles mucho. A veces no
hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el
retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó
tres arbustos…"
Siguiendo las indicaciones del principito, dibujé dicho planeta. Aunque no me gusta el papel de
moralista, el peligro de los baobabs es tan desconocido y los peligros que puede correr quien llegue a
perderse en un asteroide son tan grandes, que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: "¡Niños,
atención a los baobabs!" Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen
desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo. La
lección que con él podía dar, valía la pena. Es muy posible que alguien me pregunte por qué no hay en
este libro otros dibujos tan grandiosos como el dibujo de los baobabs. La respuesta es muy sencilla: he
tratado de hacerlos, pero no lo he logrado. Cuando dibujé los baobabs estaba animado por un
sentimiento de urgencia.
VI
¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho
tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día,
cuando me dijiste:
—Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
—Tendremos que esperar…
—¿Esperar qué?
—Que el sol se ponga.
Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste:
—Siempre me creo que estoy en mi tierra.
En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está
poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol,
pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba
arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas…
—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!
Y un poco más tarde añadiste:
—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Pero el principito no respondió.
VII
Al quinto día y también en relación con el cordero, me fue revelado este otro secreto de la vida
del principito. Me preguntó bruscamente y sin preámbulo, como resultado de un problema largamente
meditado en silencio:
—Si un cordero se come los arbustos, se comerá también las flores ¿no?
—Un cordero se come todo lo que encuentra.
—¿Y también las flores que tienen espinas?
8
—Sí; también las flores que tienen espinas.
—Entonces, ¿para qué le sirven las espinas?
Confieso que no lo sabía. Estaba yo muy ocupado tratando de destornillar un perno demasiado
apretado del motor; la avería comenzaba a parecerme cosa grave y la circunstancia de que se estuviera
agotando mi provisión de agua, me hacía temer lo peor.
—¿Para qué sirven las espinas?
El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él. Irritado
por la resistencia que me oponía el perno, le respondí lo primero que se me ocurrió:
—Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.
—¡Oh!
Y después de un silencio, me dijo con una especie de rencor:
—¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen
terribles con sus espinas…
No le respondí nada; en aquel momento me estaba diciendo a mí mismo: "Si este perno me
resiste un poco más, lo haré saltar de un martillazo". El principito me interrumpió de nuevo mis
pensamientos:
—¿Tú crees que las flores…?
—¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme
de cosas serias.
Me miró estupefacto.
—¡De cosas serias!
Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le
parecía muy feo.
—¡Hablas como las personas mayores!
Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió:
—¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…!
Estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados.
—Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha
mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo
el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer
esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!
—¿Un qué?
—Un hongo.
El principito estaba pálido de cólera.
—Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los
corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las
flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante
la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor
gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en
mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto
no es importante?
El principito enrojeció y después continuó:
9
—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas,
basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si
el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es
importante!
No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos.
La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el
perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien
consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré
un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y
hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las
lágrimas!
VIII
Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito
flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie
molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. Pero aquella había
germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigilado
cuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una
nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito
observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía le convencimiento de que habría de salir de allí una
aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde.
Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir
ya ajada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta
aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir
el sol se mostró espléndida.
La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando:
—¡Ah, perdóname… apenas acabo de despertarme… estoy toda despeinada…!
El principito no pudo contener su admiración:
—¡Qué hermosa eres!
—¿Verdad? —respondió dulcemente la flor—. He nacido al mismo tiempo que el sol. El principito
adivinó exactamente que ella no era muy modesta ciertamente, pero ¡era tan conmovedora!
—Me parece que ya es hora de desayunar — añadió la flor —; si tuvieras la bondad de pensar un
poco en mí...
Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la roció abundantemente con
agua fresca.
Y así, ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día, por ejemplo, hablando
de sus cuatro espinas, dijo al principito:
—¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras!
—No hay tigres en mi planeta —observó el principito— y, además, los tigres no comen hierba.
—Yo nos soy una hierba —respondió dulcemente la flor.
—Perdóname...
—No temo a los tigres, pero tengo miedo a las corrientes de aire. ¿No tendrás un biombo?
"Miedo a las corrientes de aire no es una suerte para una planta —pensó el principito—. Esta flor
es demasiado complicada…"
10
—Por la noche me cubrirás con un fanal… hace mucho frío en tu tierra. No se está muy a gusto;
allá de donde yo vengo…
La flor se interrumpió; había llegado allí en forma de semilla y no era posible que conociera otros
mundos. Humillada por haberse dejado sorprender inventando una mentira tan ingenua, tosió dos o tres
veces para atraerse la simpatía del principito.
—¿Y el biombo?
—Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme…
Insistió en su tos para darle al menos remordimientos.
De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, había llegado a dudar de
ella. Había tomado en serio palabras sin importancia y se sentía desgraciado.
"Yo no debía hacerle caso —me confesó un día el principito— nunca hay que hacer caso a las
flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso…
Aquella historia de garra y tigres que tanto me molestó, hubiera debido enternecerme".
Y me contó todavía:
“¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor
perfumaba e iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus
pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla".
IX
Creo que el principito aprovechó la migración de una bandada de pájaros silvestres para su
evasión. La mañana de la partida, puso en orden el planeta. Deshollinó cuidadosamente sus volcanes en
actividad, de los cuales poseía dos, que le eran muy útiles para calentar el desayuno todas las mañanas.
Tenía, además, un volcán extinguido. Deshollinó también el volcán extinguido, pues, como él decía,
nunca se sabe lo que puede ocurrir. Si los volcanes están bien deshollinados, arden sus erupciones,
lenta y regularmente. Las erupciones volcánicas son como el fuego de nuestras chimeneas. Es evidente
que en nuestra Tierra no hay posibilidad de deshollinar los volcanes; los hombres somos demasiado
pequeños. Por eso nos dan tantos disgustos.
El principito arrancó también con un poco de melancolía los últimos brotes de baobabs. Creía que
no iba a volver nunca. Pero todos aquellos trabajos le parecieron aquella mañana extremadamente
dulces. Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del fanal, sintió ganas de
llorar.
—Adiós —le dijo a la flor. Esta no respondió.
—Adiós —repitió el principito.
La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
—He sido una tonta —le dijo al fin la flor—. Perdóname. Procura ser feliz.
Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el fanal en el aire, no
comprendiendo esta tranquila mansedumbre.
—Sí, yo te quiero —le dijo la flor—, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene
importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo
quiero.
—Pero el viento...
—No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
—Y los animales...
11
—Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son
muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las
temo: yo tengo mis garras.
Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:
—Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.
La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa...
X
Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Para ocuparse en
algo e instruirse al mismo tiempo decidió visitarlos.
El primero estaba habitado por un rey. El rey, vestido de púrpura y armiño, estaba sentado sobre
un trono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso.
—¡Ah, —exclamó el rey al divisar al principito—, aquí tenemos un súbdito!
El principito se preguntó:
"¿Cómo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?"
Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.
—Aproxímate para que te vea mejor —le dijo el rey, que estaba orgulloso de ser por fin el rey de
alguien. El principito buscó donde sentarse, pero el planeta estaba ocupado totalmente por el magnífico
manto de armiño. Se quedó, pues, de pie, pero como estaba cansado, bostezó.
—La etiqueta no permite bostezar en presencia del rey —le dijo el monarca—. Te lo prohibo.
—No he podido evitarlo —respondió el principito muy confuso—, he hecho un viaje muy largo y
apenas he dormido...
—Entonces —le dijo el rey— te ordeno que bosteces. Hace años que no veo bostezar a nadie.
Los bostezos son para mí algo curioso. ¡Vamos, bosteza otra vez, te lo ordeno!
—Me da vergüenza... ya no tengo ganas... —dijo el principito enrojeciendo.
—¡Hum, hum! —respondió el rey—. ¡Bueno! Te ordeno tan pronto que bosteces y que no
bosteces...
Tartamudeaba un poco y parecía vejado, pues el rey daba gran importancia a que su autoridad
fuese respetada. Era un monarca absoluto, pero como era muy bueno, daba siempre órdenes
razonables.
Si yo ordenara —decía frecuentemente—, si yo ordenara a un general que se transformara en
ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía".
—¿Puedo sentarme? —preguntó tímidamente el principito.
—Te ordeno sentarte —le respondió el rey—, recogiendo majestuosamente un faldón de su
manto de armiño.
El principito estaba sorprendido. Aquel planeta era tan pequeño que no se explicaba sobre quién
podría reinar aquel rey.
—Señor —le dijo—, perdóneme si le pregunto...
—Te ordeno que me preguntes —se apresuró a decir el rey.
—Señor. . . ¿sobre qué ejerce su poder?
—Sobre todo —contestó el rey con gran ingenuidad.
12
—¿Sobre todo?
El rey, con un gesto sencillo, señaló su planeta, los otros planetas y las estrellas.
—¿Sobre todo eso? —volvió a preguntar el principito.
—Sobre todo eso. . . —respondió el rey.
No era sólo un monarca absoluto, era, además, un monarca universal.
—¿Y las estrellas le obedecen?
—¡Naturalmente! —le dijo el rey—. Y obedecen en seguida, pues yo no tolero la indisciplina.
Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza,
hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a
doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. Y como se sentía un poco triste al
recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:
—Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...
—Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una
tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la
culpa, mía o de él?
—La culpa sería de usted —le dijo el principito con firmeza.
—Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar —continuó el rey. La
autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará
la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.
—¿Entonces mi puesta de sol? —recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez
que la había formulado.
—Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré que
las condiciones sean favorables.
—¿Y cuándo será eso?
—¡Ejem, ejem! —le respondió el rey, consultando previamente un enorme calendario—, ¡ejem,
ejem! será hacia... hacia... será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece.
El principito bostezó. Lamentaba su puesta de sol frustrada y además se estaba aburriendo ya un
poco.
—Ya no tengo nada que hacer aquí —le dijo al rey—. Me voy.
—No partas —le respondió el rey que se sentía muy orgulloso de tener un súbdito—, no te vayas
y te hago ministro.
—¿Ministro de qué?
—¡De... de justicia!
—¡Pero si aquí no hay nadie a quien juzgar!
—Eso no se sabe —le dijo el rey—. Nunca he recorrido todo mi reino. Estoy muy viejo y el
caminar me cansa. Y como no hay sitio para una carroza...
—¡Oh! Pero yo ya he visto. . . —dijo el principito que se inclinó para echar una ojeada al otro lado
del planeta—. Allá abajo no hay nadie tampoco. .
—Te juzgarás a ti mismo —le respondió el rey—. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse
a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio.
—Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte y no tengo necesidad de vivir aquí.
13
—¡Ejem, ejem! Creo —dijo el rey— que en alguna parte del planeta vive una rata vieja; yo la oigo
por la noche. Tu podrás juzgar a esta rata vieja. La condenarás a muerte de vez en cuando. Su vida
dependería de tu justicia y la indultarás en cada juicio para conservarla, ya que no hay más que una.
—A mí no me gusta condenar a muerte a nadie —dijo el principito—. Creo que me voy a marchar.
—No —dijo el rey.
Pero el principito, que habiendo terminado ya sus preparativos no quiso disgustar al viejo
monarca, dijo:
—Si Vuestra Majestad deseara ser obedecido puntualmente, podría dar una orden razonable.
Podría ordenarme, por ejemplo, partir antes de un minuto. Me parece que las condiciones son
favorables...
Como el rey no respondiera nada, el principito vaciló primero y con un suspiro emprendió la
marcha.
—¡Te nombro mi embajador! —se apresuró a gritar el rey. Tenía un aspecto de gran autoridad.
"Las personas mayores son muy extrañas", se decía el principito para sí mismo durante el viaje.
XI
El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso:
—¡Ah! ¡Ah! ¡Un admirador viene a visitarme! —Gritó el vanidoso al divisar a lo lejos al principito.
Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores.
—¡Buenos días! —dijo el principito—. ¡Qué sombrero tan raro tiene!
—Es para saludar a los que me aclaman —respondió el vanidoso. Desgraciadamente nunca pasa
nadie por aquí.
—¿Ah, sí? —preguntó sin comprender el principito.
—Golpea tus manos una contra otra —le aconsejó el vanidoso.
El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente levantando el sombrero.
"Esto parece más divertido que la visita al rey", se dijo para sí el principito, que continuó
aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero.
A los cinco minutos el principito se cansó con la monotonía de aquel juego.
—¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga? —preguntó el principito.
Pero el vanidoso no le oyó. Los vanidosos sólo oyen las alabanzas.
—¿Tú me admiras mucho, verdad? —preguntó el vanidoso al principito.
—¿Qué significa admirar?
—Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el
más inteligente del planeta.
—¡Si tú estás solo en tu planeta!
—¡Hazme ese favor, admírame de todas maneras!
—¡Bueno! Te admiro —dijo el principito encogiéndose de hombros—, pero ¿para qué te sirve?
Y el principito se marchó.
"Decididamente, las personas mayores son muy extrañas", se decía para sí el principito durante
su viaje.
14
XII
El tercer planeta estaba habitado por un bebedor. Fue una visita muy corta, pues hundió al
principito en una gran melancolía.
—¿Qué haces ahí? —preguntó al bebedor que estaba sentado en silencio ante un sinnúmero de
botellas vacías y otras tantas botellas llenas.
—¡Bebo! —respondió el bebedor con tono lúgubre.
—¿Por qué bebes? —volvió a preguntar el principito.
—Para olvidar.
—¿Para olvidar qué? —inquirió el principito ya compadecido.
—Para olvidar que siento vergüenza —confesó el bebedor bajando la cabeza.
—¿Vergüenza de qué? —se informó el principito deseoso de ayudarle.
—¡Vergüenza de beber! —concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el
silencio.
Y el principito, perplejo, se marchó.
"No hay la menor duda de que las personas mayores son muy extrañas", seguía diciéndose para
sí el principito durante su viaje.
XIII
El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios. Este hombre estaba tan abstraído
que ni siquiera levantó la cabeza a la llegada del principito.
—¡Buenos días! —le dijo éste—. Su cigarro se ha apagado.
—Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete
veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf!
Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
—¿Quinientos millones de qué?
—¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un
hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...
—¿Quinientos millones de qué? —volvió a preguntar el principito, que nunca en su vida había
renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.
El hombre de negocios levantó la cabeza:
—Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres
veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde.
Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una
crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear.
Soy un hombre serio. Y la tercera vez... ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones...
—¿Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.
—Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.
—¿Moscas?
15
—¡No, cositas que brillan!
—¿Abejas?
—No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no
tengo tiempo de desvariar!
—¡Ah! ¿Estrellas?
—Eso es. Estrellas.
—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
—Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre
serio y exacto.
—¿Y qué haces con esas estrellas? —¿Que qué hago con ellas?
—Sí.
—Nada. Las poseo.
—¿Que las estrellas son tuyas?
—Sí.
—Yo he visto un rey que...
—Los reyes no poseen nada... Reinan. Es muy diferente.
—¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
—Me sirve para ser rico.
—¿Y de qué te sirve ser rico?
—Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.
"Este, se dijo a sí mismo el principito, razona poco más o menos como mi borracho".
No obstante le siguió preguntando:
—¿Y cómo es posible poseer estrellas?
—¿De quién son las estrellas? —contestó punzante el hombre de negocios.
—No sé. . . De nadie.
—Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.
—¿Y eso basta?
—Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si
encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la
haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que
yo, ha pensado en poseerlas.
—Eso es verdad —dijo el principito— ¿y qué haces con ellas?
—Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez —contestó el hombre de negocios—.
Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!
El principito no quedó del todo satisfecho.
—Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor,
puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!
—Pero puedo colocarlas en un banco.
—¿Qué quiere decir eso?
16
—Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en
un cajón ese papel.
—¿Y eso es todo?
—¡Es suficiente!
"Es divertido", pensó el principito. "Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio".
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas
mayores.
—Yo —dijo aún— tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que
deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que
puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea. Pero tú, tú no eres nada
útil para las estrellas...
El hombre de negocios abrió la boca, pero no encontró respuesta.
El principito abandonó aquel planeta.
"Las personas mayores, decididamente, son extraordinarias", se decía a sí mismo con sencillez
durante el viaje.
XIV
El quinto planeta era muy curioso. Era el más pequeño de todos, pues apenas cabían en él un
farol y el farolero que lo habitaba. El principito no lograba explicarse para qué servirían allí, en el cielo, en
un planeta sin casas y sin población un farol y un farolero. Sin embargo, se dijo a sí mismo:
"Este hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo, es menos absurdo que el rey, el vanidoso, el
hombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su farol, es igual
que si hiciera nacer una estrella más o una flor y cuando lo apaga hace dormir a la flor o a la estrella. Es
una ocupación muy bonita y por ser bonita es verdaderamente útil".
Cuando llegó al planeta saludó respetuosamente al farolero:
—¡Buenos días! ¿Por qué acabas de apagar tu farol?
—Es la consigna —respondió el farolero—. ¡Buenos días!
—¿Y qué es la consigna?
—Apagar mi farol. ¡Buenas noches! Y encendió el farol.
—¿Y por qué acabas de volver a encenderlo?
—Es la consigna.
—No lo comprendo —dijo el principito.
—No hay nada que comprender —dijo el farolero—. La consigna es la consigna. ¡Buenos días!
Y apagó su farol.
Luego se enjugó la frente con un pañuelo de cuadros rojos.
—Mi trabajo es algo terrible. En otros tiempos era razonable; apagaba el farol por la mañana y lo
encendía por la tarde. Tenía el resto del día para reposar y el resto de la noche para dormir.
—¿Y luego cambiaron la consigna?
—Ese es el drama, que la consigna no ha cambiado —dijo el farolero—. El planeta gira cada vez
más de prisa de año en año y la consigna sigue siendo la misma.
—¿Y entonces? —dijo el principito.
17
—Como el planeta da ahora una vuelta completa cada minuto, yo no tengo un segundo de
reposo. Enciendo y apago una vez por minuto.
—¡Eso es raro! ¡Los días sólo duran en tu tierra un minuto!
—Esto no tiene nada de divertido —dijo el farolero—. Hace ya un mes que tú y yo estamos
hablando.
—¿Un mes?
—Sí, treinta minutos. ¡Treinta días! ¡Buenas noches!
Y volvió a encender su farol.
El principito lo miró y le gustó este farolero que tan fielmente cumplía la consigna. Recordó las
puestas de sol que en otro tiempo iba a buscar arrastrando su silla. Quiso ayudarle a su amigo.
—¿Sabes? Yo conozco un medio para que descanses cuando quieras...
—Yo quiero descansar siempre —dijo el farolero.
Se puede ser a la vez fiel y perezoso.
El principito prosiguió:
—Tu planeta es tan pequeño que puedes darle la vuelta en tres zancadas. No tienes que hacer
más que caminar muy lentamente para quedar siempre al sol. Cuando quieras descansar, caminarás... y
el día durará tanto tiempo cuanto quieras.
—Con eso no adelanto gran cosa —dijo el farolero—, lo que a mí me gusta en la vida es dormir.
—No es una suerte —dijo el principito.
—No, no es una suerte —replicó el farolero—. ¡Buenos días!
Y apagó su farol.
Mientras el principito proseguía su viaje, se iba diciendo para sí: "Este sería despreciado por los
otros, por el rey, por el vanidoso, por el bebedor, por el hombre de negocios. Y, sin embargo, es el único
que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otra cosa y no de sí mismo. Lanzó un suspiro de
pena y continuó diciéndose:
"Es el único de quien pude haberme hecho amigo. Pero su planeta es demasiado pequeño y no
hay lugar para dos..."
Lo que el principito no se atrevía a confesarse, era que la causa por la cual lamentaba no
quedarse en este bendito planeta se debía a las mil cuatrocientas cuarenta puestas de sol que podría
disfrutar cada veinticuatro horas.
XV
El sexto planeta era diez veces más grande. Estaba habitado por un anciano que escribía
grandes libros.
—¡Anda, un explorador! —exclamó cuando divisó al principito.
Este se sentó sobre la mesa y reposó un poco. ¡Había viajado ya tanto!
—¿De dónde vienes tú? —le preguntó el anciano.
—¿Qué libro es ese tan grande? —preguntó a su vez el principito—. ¿Qué hace usted aquí?
—Soy geógrafo —dijo el anciano.
—¿Y qué es un geógrafo?
18
—Es un sabio que sabe donde están los mares, los ríos, las ciudades, las montañas y los
desiertos.
—Eso es muy interesante —dijo el principito—. ¡Y es un verdadero oficio!
Dirigió una mirada a su alrededor sobre el planeta del geógrafo; nunca había visto un planeta tan
majestuoso.
—Es muy hermoso su planeta. ¿Hay océanos aquí?
—No puedo saberlo —dijo el geógrafo.
—¡Ah! (El principito se sintió decepcionado). ¿Y montañas?
—No puedo saberlo —repitió el geógrafo.
—¿Y ciudades, ríos y desiertos?
—Tampoco puedo saberlo.
—¡Pero usted es geógrafo!
—Exactamente —dijo el geógrafo—, pero no soy explorador, ni tengo exploradores que me
informen. El geógrafo no puede estar de acá para allá contando las ciudades, los ríos, las montañas, los
océanos y los desiertos; es demasiado importante para deambular por ahí. Se queda en su despacho y
allí recibe a los exploradores. Les interroga y toma nota de sus informes. Si los informes de alguno de
ellos le parecen interesantes, manda hacer una investigación sobre la moralidad del explorador.
—¿Para qué?
—Un explorador que mintiera sería una catástrofe para los libros de geografía. Y también lo sería
un explorador que bebiera demasiado.
—¿Por qué? —preguntó el principito.
—Porque los borrachos ven dobl e y el geógrafo pondría dos montañas donde sólo habría una.
—Conozco a alguien —dijo el principito—, que sería un mal explorador.
—Es posible. Cuando se está convencido de que la moralidad del explorador es buena, se hace
una investigación sobre su descubrimiento.
—¿ Se va a ver?
—No, eso sería demasiado complicado. Se exige al explorador que suministre pruebas. Por
ejemplo, si se trata del descubrimiento de una gran montaña, se le pide que traiga grandes piedras.
Súbitamente el geógrafo se sintió emocionado:
—Pero... ¡tú vienes de muy lejos! ¡Tú eres un explorador! Vas a describirme tu planeta.
Y el geógrafo abriendo su registro afiló su lápiz. Los relatos de los exploradores se escriben
primero con lápiz. Se espera que el explorador presente sus pruebas para pasarlos a tinta.
—¿Y bien? —interrogó el geógrafo.
—¡Oh! Mi tierra —dijo el principito— no es interesante, todo es muy pequeño. Tengo tres
volcanes, dos en actividad y uno extinguido; pero nunca se sabe...
—No, nunca se sabe —dijo el geógrafo.
—Tengo también una flor.
—De las flores no tomamos nota.
—¿Por qué? ¡Son lo más bonito!
—Porque las flores son efímeras.
—¿Qué significa "efímera"?
19
—Las geografías —dijo el geógrafo— son los libros más preciados e interesantes; nunca pasan
de moda. Es muy raro que una montaña cambie de sitio o que un océano quede sin agua. Los geógrafos
escribimos sobre cosas eternas.
—Pero los volcanes extinguidos pueden despertarse —interrumpió el principito—. ¿Qué significa
"efímera"?
—Que los volcanes estén o no en actividad es igual para nosotros. Lo interesante es la montaña
que nunca cambia.
—Pero, ¿qué significa "efímera"? —repitió el principito que en su vida había renunciado a una
pregunta una vez formulada.
—Significa que está amenazado de próxima desaparición.
—¿Mi flor está amenazada de desaparecer próximamente?
—Indudablemente.
"Mi flor es efímera —se dijo el principito— y no tiene más que cuatro espinas para defenderse
contra el mundo. ¡Y la he dejado allá sola en mi casa!". Por primera vez se arrepintió de haber dejado su
planeta, pero bien pronto recobró su valor.
—¿Qué me aconseja usted que visite ahora? —preguntó.
—La Tierra —le contestó el geógrafo—. Tiene muy buena reputación...
Y el principito partió pensando en su flor.
XVI
El séptimo planeta fue, por consiguiente, la Tierra.
¡La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar,
naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones
y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de
personas mayores.
Para darles una idea de las dimensiones de la Tierra yo les diría que antes de la invención de la
electricidad había que mantener sobre el conjunto de los seis continentes un verdadero ejército de
cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros.
Vistos desde lejos, hacían un espléndido efecto. Los movimientos de este ejército estaban
regulados como los de un ballet de ópera. Primero venía el turno de los faroleros de Nueva Zelandia y de
Australia. Encendían sus faroles y se iban a dormir. Después tocaba el turno en la danza a los faroleros
de China y Siberia, que a su vez se perdían entre bastidores. Luego seguían los faroleros de Rusia y la
India, después los de África y Europa y finalmente, los de América del Sur y América del Norte. Nunca se
equivocaban en su orden de entrada en escena. Era grandioso.
Solamente el farolero del único farol del polo norte y su colega del único farol del polo sur,
llevaban una vida de ociosidad y descanso. No trabajaban más que dos veces al año.
XVII
Cuando se quiere ser ingenioso, sucede que se miente un poco. No he sido muy honesto al
hablar de los faroleros y corro el riesgo de dar una falsa idea de nuestro planeta a los que no lo conocen.
Los hombres ocupan muy poco lugar sobre la Tierra. Si los dos mil millones de habitantes que la pueblan
se pusieran de pie y un poco apretados, como en un mitin, cabrían fácilmente en una plaza de veinte
millas de largo por veinte de ancho. La humanidad podría amontonarse sobre el más pequeño islote del
Pacífico.
20
Las personas mayores no les creerán, seguramente, pues siempre se imaginan que ocupan
mucho sitio. Se creen importantes como los baobabs. Les dirán, pues, que hagan el cálculo; eso les
gustará ya que adoran las cifras. Pero no es necesario que pierdan el tiempo inútilmente, puesto que
tienen confianza en mí.
El principito, una vez que llegó a la Tierra, quedó sorprendido de no ver a nadie. Tenía miedo de
haberse equivocado de planeta, cuando un anillo de color de luna se revolvió en la arena.
—¡Buenas noches! —dijo el principito.
—¡Buenas noches! —dijo la serpiente.
—¿Sobre qué planeta he caído? —preguntó el principito.
—Sobre la Tierra, en África —respondió la serpiente.
—¡Ah! ¿Y no hay nadie sobre la Tierra?
—Esto es el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es muy grande —dijo la serpiente.
El principito se sentó en una piedra y elevó los ojos al cielo.
—Yo me pregunto —dijo— si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día
encontrar la suya. Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros... Pero... ¡qué lejos está!
—Es muy bella —dijo la serpiente—. ¿Y qué vienes tú a hacer aquí?
—Tengo problemas con una flor —dijo el principito.
—¡Ah!
Y se callaron.
—¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el
desierto...
—También se está solo donde los hombres —afirmó la serpiente.
El principito la miró largo rato y le dijo: —Eres un bicho raro, delgado como un dedo...
—Pero soy más poderoso que el dedo de un rey —le interrumpió la serpiente.
El principito sonrió:
—No me pareces muy poderoso... ni siquiera tienes patas... ni tan siquiera puedes viajar...
—Puedo llevarte más lejos que un navío —dijo la serpiente.
Se enroscó alrededor del tobillo del principito como un brazalete de oro.
—Al que yo toco, le hago volver a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de una
estrella...
El principito no respondió.
—Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu
planeta, puedo ayudarte. Puedo...
—¡Oh! —dijo el principito—. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?
—Yo los resuelvo todos —dijo la serpiente.
Y se callaron.
XVIII
El principito atravesó el desierto en el que sólo encontró una flor de tres pétalos, una flor de nada.
21
—¡Buenos días! —dijo el principito.
—¡Buenos días! —dijo la flor.
—¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.
La flor, un día, había visto pasar una caravana.
—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y
nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.
—Adiós —dijo el principito.
—Adiós —dijo la flor.
XIX
El principito escaló hasta la cima de una alta montaña. Las únicas montañas que él había
conocido eran los tres volcanes que le llegaban a la rodilla. El volcán extinguido lo utilizaba como
taburete. "Desde una montaña tan alta como ésta, se había dicho, podré ver todo el planeta y a todos los
hombres..." Pero no alcanzó a ver más que algunas puntas de rocas.
—¡Buenos días! —exclamó el principito al acaso.
—¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! —respondió el eco.
—¿Quién eres tú? —preguntó el principito.
—¿Quién eres tú?... ¿Quién eres tú?... ¿Quién eres tú?... —contestó el eco.
—Sed mis amigos, estoy solo —dijo el principito.
—Estoy solo... estoy solo... estoy solo... —repitió el eco.
"¡Qué planeta más raro! —pensó entonces el principito—, es seco, puntiagudo y salado. Y los
hombres carecen de imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice... En mi tierra tenía una
flor: hablaba siempre la primera... "
XX
Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y nieves, descubrió finalmente
un camino. Y los caminos llevan siempre a la morada de los hombres.
—¡Buenos días! —dijo.
Era un jardín cuajado de rosas.
—¡Buenos días! —dijeran las rosas.
El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!
—¿Quiénes son ustedes? —les preguntó estupefacto.
—Somos las rosas —respondieron éstas.
—¡Ah! —exclamó el principito.
Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única de su especie en todo el
universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de cinco mil todas semejantes, en un solo jardín!
Si ella viese todo es to, se decía el principito, se sentiría vejada, tosería muchísimo y simularía
morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir
verdaderamente para humillarme a mí también... "
22
Y luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una flor única y resulta que no tengo más que
una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de los cuales acaso
esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe... " Y echándose sobre la hierba, el
principito lloró.
XXI
Entonces apareció el zorro:
—¡Buenos días! —dijo el zorro.
—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.
—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.
—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!
—Soy un zorro —dijo el zorro.
—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!
—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.
—¡Ah, perdón! —dijo el principito.
Pero después de una breve refl exión, añadió:
—¿Qué significa "domesticar"?
—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?
—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa "domesticar"?
—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían
gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? —volvió a preguntar el
principito.
—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa "crear vínculos... "
—¿Crear vínculos?
—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito
igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no
soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces
tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el
mundo...
—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor... creo que ella me ha
domesticado...
—Es posible —concedió el zorro—, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
—¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
—¿En otro planeta?
—Sí.
—¿Hay cazadores en ese planeta?
—No.
—¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
23
—No.
—Nada es perfecto —suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
—Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se
parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi
vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos
me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y
además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí
algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos
dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un
recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
—Por favor... domestícame —le dijo.
—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y
conocer muchas cosas.
—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen
tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan
amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de
mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de
malos ent endidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las
cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me
sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes
a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.
—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se
parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los
jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que
puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo
no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:
—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.
—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te
domestique...
—Ciertamente —dijo el zorro.
—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.
—¡Seguro!
—No ganas nada.
—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
24
—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme
adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
—No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han
domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros.
Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea
podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más
importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque
yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído
quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
—Adiós —le dijo.
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón
se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito para recordarlo.
—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres
responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
—Yo soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo.
XXII
—¡Buenos días! —dijo el principito.
—¡Buenos días! —respondió el guardavía.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó el principito.
—Formo con los viajeros paquetes de mil y despacho los trenes que los llevan, ya a la derecha,
ya a la izquierda.
Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavía.
—Tienen mucha prisa —dijo el principito—. ¿Qué buscan?
—Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe —dijo el guardavía.
Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso.
—¿Ya vuelve? —preguntó el principito.
—No son los mismos —contestó el guardavía—. Es un cambio.
—¿No se sentían contentos donde estaban?
—Nunca se siente uno contento donde está —respondió el guardavía.
Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado.
—¿Van persiguiendo a los primeros vi ajeros? —preguntó el principito.
25
—No persiguen absolutamente nada —le dijo el guardavía—; duermen o bostezan allí dentro.
Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.
—Únicamente los niños saben lo que buscan —dijo el principito. Pierden el tiempo con una
muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran...
—¡Qué suerte tienen! —dijo el guardavía.
XXIII
—¡Buenos días! —dijo el principito.
—¡Buenos días! —respondió el comerciante.
Era un comerciante de píldoras perfeccionadas que quitan la sed. Se toma una por semana y ya
no se sienten ganas de beber.
—¿Por qué vendes eso? —preguntó el principito.
—Porque con esto se economiza mucho tiempo. Según el cálculo hecho por los expertos, se
ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
—¿Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
—Lo que cada uno quiere... "
"Si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos —pensó el principito— caminaría suavemente hacia
una fuente..."
XXIV
Era el octavo día de mi avería en el desierto y había escuchado la historia del comerciante
bebiendo la última gota de mi provisión de agua.
—¡Ah —le dije al principito—, son muy bonitos tus cuentos, pero yo no he reparado mi avión, no
tengo nada para beber y sería muy feliz si pudiera irme muy tranquilo en busca de una fuente!
—Mi amigo el zorro..., me dijo...
—No se trata ahora del zorro, muchachito...
—¿Por qué?
—Porque nos vamos a morir de sed...
No comprendió mi razonamiento y replicó:
—Es bueno haber tenido un amigo, aún si vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido
un amigo zorro.
"Es incapaz de medir el peligro —me dije — Nunca tiene hambre ni sed y un poco de sol le
basta..."
El principito me miró y respondió a mi pensamiento:
—Tengo sed también... vamos a buscar un pozo. ..
Tuve un gesto de cansancio; es absurdo buscar un pozo, al azar, en la inmensidad del desierto.
Sin embargo, nos pusimos en marcha.
Después de dos horas de caminar en silencio, cayó la noche y las estrellas comenzaron a brillar.
Yo las veía como en sueño, pues a causa de la sed tenía un poco de fiebre. Las palabras del principito
danzaban en mi mente.
26
—¿Tienes sed, tú también? —le pregunté. Pero no respondió a mi pregunta, diciéndome
simplemente:
—El agua puede ser buena también para el corazón...
No comprendí sus palabras, pero me callé; sabía muy bien que no había que interrogarlo.
El principito estaba cansado y se sentó; yo me senté a su lado y después de un silencio me dijo:
—Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve...
Respondí "seguramente" y miré sin hablar los pliegues que la arena formaba bajo la luna.
—El desierto es bello —añadió el principito.
Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve,
nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio...
—Lo que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en algún sitio...
Me quedé sorprendido al comprender súbitamente ese misterioso resplandor de la arena. Cuando
yo era niño vivía en una casa antigua en la que, según la leyenda, había un tesoro escondido. Sin duda
que nadie supo jamás descubrirlo y quizás nadie lo buscó, pero parecía toda encantada por ese tesoro.
Mi casa ocultaba un secreto en el fondo de su corazón...
—Sí —le dije al principito— ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les
embellece es invisible.
—Me gusta —dijo el principito— que estés de acuerdo con mi zorro.
Como el principito se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Me
sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la Tierra.
Miraba a la luz de la luna aquella frente pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento
y me decía: "lo que veo es sólo la corteza; lo más importante es invisible... "
Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije: "Lo que más me emociona de
este principito dormido es su fidelidad a una flor, es la imagen de la rosa que resplandece en él como la
llama de una lámpara, incluso cuando duerme... " Y lo sentí más frágil aún. Pensaba que a las lámparas
hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas...
Continué caminando y al rayar el alba descubrí el pozo.
XXV
—Los hombres —dijo el principito— se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que
quieren. . . Entonces se agitan y dan vueltas...
Y añadió:
—¡No vale la pena!...
El pozo que habíamos encontrado no se parecía en nada a los pozos saharianos. Estos pozos
son simples agujeros que se abren en la arena. El que teníamos ante nosotros parecía el pozo de un
pueblo; pero por allí no había ningún pueblo y me parecía estar soñando.
—¡Es extraño! —le dije al principito—. Todo está a punto: la roldana, el balde y la cuerda...
Se rió y tocó la cuerda; hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como una vieja veleta cuando el
viento ha dormido mucho.
—¿Oyes? —dijo el principito—. Hemos despertado al pozo y canta.
No quería que el principito hiciera el menor esfuerzo y le dije:
—Déjame a mí, es demasiado pesado para ti.
27
Lentamente subí el cubo hasta el brocal donde lo dejé bien seguro. En mis oídos sonaba aún el
canto de la roldana y veía temblar al sol en el agua agitada.
—Tengo sed de esta agua —dijo el principito—, dame de beber...
¡Comprendí entonces lo que él había buscado!
Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como
una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del
canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño,
las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su
resplandor a mi regalo de Navidad.
—Los hombres de tu tierra —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un jardín y no
encuentran lo que buscan.
—No lo encuentran nunca —le respondí. —Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en
una sola rosa o en un poco de agua...
—Sin duda, respondí. Y el principito añadió:
—Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.
Yo había bebido y me encontraba bien. La arena, al alba, era color de miel, del que gozaba hasta
sentirme dichoso. ¿Por qué había de sentirme triste?
—Es necesario que cumplas tu promesa —dijo dulcemente el principito que nuevamente se había
sentado junto a mí.
—¿Qué promesa?
—Ya sabes... el bozal para mi cordero... soy responsable de mi flor.
Saqué del bolsillo mis esbozos de dibujo. El principito los miró y dijo riendo:
—Tus baobabs parecen repollos...
—¡Oh! ¡Y yo que estaba tan orgulloso de mis baobabs!
—Tu zorro tiene orejas que parecen cuernos; son demasiado largas.
Y volvió a reír.
—Eres injusto, muchachito; yo no sabía dibujar más que boas cerradas y boas abiertas.
—¡Oh, todo se arreglará! —dijo el principito—. Los niños entienden.
Bosquejé, pues, un bozal y se lo alargué con el corazón oprimido:
—Tú tienes proyectos que yo ignoro...
Pero no me respondió.
—¿Sabes? —me dijo—. Mañana hace un año de mi caída en la Tierra...
Y después de un silencio, añadió:
—Caí muy cerca de aquí...
El principito se sonrojó y nuevamente, sin comprender por qué, experimenté una extraña tristeza.
Sin embargo, se me ocurrió preguntar:
—Entonces no te encontré por azar hace ocho días, cuando paseabas por estos lugares, a mil
millas de distancia del lugar habitado más próximo. ¿Es que volvías al punto de tu caída?
El principito enrojeció nuevamente.
Y añadí vacilante.
28
—¿Quizás por el aniversario?
El principito se ruborizó una vez más. Aunque nunca respondía a las preguntas, su rubor
significaba una respuesta afirmativa.
—¡Ah! —le dije— tengo miedo.
Pero él me respondió:
—Tú debes trabajar ahora; vuelve, pues, junto a tu máquina, que yo te espero aquí. Vuelve
mañana por la tarde.
Pero yo no estaba tranquilo y me acordaba del zorro. Si se deja uno domesticar, se expone a
llorar un poco...
XXVI
Al lado del pozo había una ruina de un viejo muro de piedras. Cuando volví de mi trabajo al día
siguiente por la tarde, vi desde lejos al principito sentado en lo alto con las piernas colgando. Lo oí que
hablaba.
—¿No te acuerdas? ¡N o es aquí con exactitud!
Alguien le respondió sin duda, porque él replicó:
—¡Sí, sí; es el día, pero no es este el lugar!
Proseguí mi marcha hacia el muro, pero no veía ni oía a nadie. Y sin embargo, el principito replicó
de nuevo.
—¡Claro! Ya verás dónde comienza mi huella en la arena. No tienes más que esperarme, que allí
estaré yo esta noche.
Yo estaba a veinte metros y continuaba sin distinguir nada.
El principito, después de un silencio, dijo aún:
—¿Tienes un buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho?
Me detuve con el corazón oprimido, siempre sin comprender.
—¡Ahora vete —dijo el principito—, quiero volver a bajarme!
Dirigí la mirada hacia el pie del muro e instintivamente di un brinco. Una serpiente de esas
amarillas que matan a una persona en menos de treinta segundos, se erguía en dirección al principito.
Echando mano al bolsillo para sacar mi revólver, apreté el paso, pero, al ruido que hice, la serpiente se
dejó deslizar suavemente por la arena como un surtidor que muere, y, sin apresurarse demasiado, se
escurrió entre las piedras con un ligero ruido metálico.
Llegué junto al muro a tiempo de recibir en mis brazos a mi principito, que estaba blanco como la
nieve.
—¿Pero qué historia es ésta? ¿De charla también con las serpientes?
Le quité su eterna bufanda de oro, le humedecí las sienes y le di de beber, sin atreverme a
hacerle pregunta alguna. Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos. Sentí latir su
corazón, como el de un pajarillo que muere a tiros de carabina.
—Me alegra —dijo el principito— que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Así podrás
volver a tu tierra...
—¿Cómo lo sabes?
Precisamente venía a comunicarle que, a pesar de que no lo esperaba, había logrado terminar mi
trabajo.
29
No respondió a mi pregunt a, sino que añadió:
—También yo vuelvo hoy a mi planeta...
Luego, con melancolía:
—Es mucho más lejos... y más difícil...
Me daba cuenta de que algo extraordinario pasaba en aquellos momentos. Estreché al principito
entre mis brazos como sí fuera un niño pequeño, y no obstante, me pareció que descendía en picada
hacia un abismo sin que fuera posible hacer nada para retenerlo.
Su mirada, seria, estaba perdida en la lejanía.
—Tengo tu cordero y la caja para el cordero. Y tengo también el bozal.
Y sonreía melancólicamente.
Esperé un buen rato. Sentía que volvía a entrar en calor poco a poco:
—Has tenido miedo, muchachito...
Lo había tenido, sin duda, pero sonrió con dulzura:
—Esta noche voy a tener más miedo...
Me quedé de nuevo helado por un sentimiento de algo irreparable. Comprendí que no podía
soportar la idea de no volver a oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto.
—Muchachito, quiero oír otra vez tu risa...
Pero él me dijo:
—Esta noche hará un año. Mi estrella se encontrará precisamente encima del lugar donde caí el
año pasado...
—¿No es cierto —le interrumpí— que toda esta historia de serpientes, de citas y de estrellas es
tan sólo una pesadilla?
Pero el principito no respondió a mi pregunta y dijo:
—Lo más importante nunca se ve...
—Indudablemente...
—Es lo mismo que la flor. Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al
cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido.
—Es indudable...
—Es como el agua. La que me diste a beber, gracias a la roldana y la cuerda, era como una
música ¿te acuerdas? ¡Qué buena era!
—Sí, cierto...
—Por la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo pueda señalarte
dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti una cualquiera de ellas. Te gustará entonces
mirar todas las estrellas. Todas ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo...
Y rió una vez más.
—¡Ah, muchachito, muchachito, cómo me gusta oír tu risa!
—Mi regalo será ése precisamente, será como el agua...
—¿Qué quieres decir?
La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para los que viajan, las estrellas son guías; para
otros sólo son pequeñas lucecitas. Para los sabios las estrellas son problemas. Para mi hombre de
negocios, eran oro. Pero todas esas estrellas se callan. Tú tendrás estrellas como nadie ha tenido...
30
—¿Qué quieres decir? —Cuando por las noches mires al cielo, al pensar que en una de aquellas
estrellas estoy yo riendo, será para ti como si todas las estrellas riesen. ¡Tú sólo tendrás estrellas que
saben reír!
Y rió nuevamente.
—Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido.
Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por placer y tus
amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: "Las estrellas me hacen
reír siempre". Ellos te creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada...
Y se rió otra vez.
—Será como si en vez de estrellas, te hubiese dado multitud de cascabelitos que saben reír...
Una vez más dejó oír su risa y luego se puso serio.
—Esta noche ¿sabes? no vengas...
—No te dejaré.
—Pareceré enfermo... Parecerá un poco que me muero... es así. ¡No vale la pena que vengas a
ver eso...!
—No te dejaré.
Pero estaba preocupado.
—Te digo esto por la serpiente; no debe morderte. Las serpientes son malas. A veces muerden
por gusto...
—He dicho que no te dejaré.
Pero algo lo tranquilizó.
—Bien es verdad que no tienen veneno para la segunda mordedura...
Aquella noche no lo vi ponerse en camino. Cuando le alcancé marchaba con paso rápido y
decidido y me dijo solamente:
—¡Ah, estás ahí!
Me cogió de la mano y todavía se atormentó:
—Has hecho mal. Tendrás pena. Parecerá que estoy muerto, pero no es verdad.
Yo me callaba.
—¿Comprendes? Es demasiado lejos y no puedo llevar este cuerpo que pesa demasiado.
Seguí callado.
—Será como una corteza vieja que se abandona. No son nada tristes las viejas cortezas...
Yo me callaba. El principito perdió un poco de ánimo. Pero hizo un esfuerzo y dijo:
—Será agradable ¿sabes? Yo miraré también las estrellas. Todas serán pozos con roldana
herrumbrosa. Todas las estrellas me darán de beber.
Yo me callaba.
—¡Será tan divertido! Tú tendrás quinientos millones de cascabeles y yo quinientos millones de
fuentes...
El principito se calló también; estaba llorando.
—Es allí; déjame ir solo.
Se sentó porque tenía miedo. Dijo aún:
31
—¿Sabes?... mi flor... soy responsable... ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatro
espinas para defenderse contra todo el mundo...
Me senté, ya no podía mantenerme en pie.
—Ahí está... eso es todo...
Vaciló todavía un instante, luego se levantó y dio un paso. Yo no pude moverme.
Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil, sin exhalar un grito.
Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a causa de la arena.
XXVII
Ahora hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los compañeros que me
vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo. Estaba triste, pero yo les decía: "Es el cansancio".
Al correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé que ha vuelto a su
planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo, que no era en realidad tan pesado... Y me gusta por la
noche escuchar a las estrellas, que suenan como quinientos millones de cascabeles...
Pero sucede algo extraordinario. Al bozal que dibujé para el principito se me olvidó añadirle la
correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero. Entonces me pregunto:
"¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quizás el cordero se ha comido la flor..."
A veces me digo: "¡Seguro que no! El principito cubre la flor con su fanal todas las noches y vigila
a su cordero". Entonces me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.
Pero otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si una noche ha
olvidado poner el fanal o el cordero ha salido sin hacer ruido, durante la noche...". Y entonces los
cascabeles se convierten en lágrimas...
Y ahí está el gran misterio. Para ustedes que quieren al principito, lo mismo que para mí, nada en
el universo habrá cambiado si en cualquier parte, quien sabe dónde, un cordero desconocido se ha
comido o no se ha comido una rosa...
Pero miren al cielo y pregúntense: el cordero ¿se ha comido la flor? Y veréis cómo todo cambia...
¡Ninguna persona mayor comprenderá jamás que esto sea verdaderamente importante!
Este es para mí el paisaje más hermoso y el más triste del mundo. Es el mismo paisaje de la
página anterior que he dibujado una vez más para que lo vean bien. Fue aquí donde el principito apareciósobre la Tierra, desapareciendo luego.
Examínenlo atentamente para que sepan reconocerlo, si algún día, viajando por África cruzan el
desierto. Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco,
precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y
comuníquenme rápidamente que ha regresado. ¡No me dejen tan triste!
FIN